La independencia de la República Dominicana pudo haberse proclamado en 1809, al finalizar la llamada Guerra de la Reconquista, luego del derrocamiento de las tropas napoleónicas de ocupación, comandadas por el general Louis Ferrand. Durante la guerra contra los ocupantes franceses, Ciriaco Ramírez aclamaba a viva voz la proclamación de la República, hecho histórico que lo convierte en el precursor de la independencia nacional.
Sin embargo, el anexionista Juan Sánchez Ramírez hegemonizó el liderazgo de la lucha su favor, y al término de la contienda armada, se ensañó contra Ciriaco Ramírez a quien hizo apresar y desaparecer del escenario político nacional. Silenciado ese preclaro patriota, junto a otros, Sánchez Ramírez convirtió en colonia española a la patria conquistada, postrándola a una de las épocas más miserables de la historia dominicana, la cual ha sido bautizada como el periodo de la “España Boba”. Ese hecho de nuestra historia convirtió a Juan Sánchez Ramírez en el primer anexionista.
En diciembre de 1821, José Núñez de Cáceres puso término al coloniaje español y proclamó el Estado Independiente de Haití Español. Sin embargo, ordenó izar la bandera de la Gran Colombia y envió delegado ante Simón Bolívar, con la finalidad de integrar el recién creado Estado a la confederación de la Gran Colombia, lo cual no pudo concretizarse.
José Núñez de Cáceres, quien era propietario de esclavos, no eliminó la esclavitud, que había sido reinstaurada por el gobierno de Louis Ferrand, violando las disposiciones abolicionistas establecidas en la Constitución de 1801, la cual había sido promulgada por iniciativa del general Toussaint Louverture, quien había ocupado militarmente la colonia española de Santo Domingo para hacer valer el Tratado de Basilea, suscrito entre España y Francia.
Las decisiones de Núñez de Cáceres, favorables a la unificación con la Gran Colombia y de mantener la esclavitud, motivaron que el pueblo de Santo Domingo no respaldara su gestión de gobierno. El pueblo, en cambio, prefirió respaldar la unión con la República de Haití, que garantizaba la eliminación de la esclavitud, en una población constituida mayoritariamente por negros y mulatos, y que favorecía el intenso intercambio comercial fronterizo, existente desde hacía mucho tiempo.
Además, porque el gobierno haitiano realizó una fuerte labor de propaganda a favor de la unificación, que tanto le convenía, y la cual sería formalizada bajo su hegemonía, ya que en ese momento Haití contaba con recursos superiores a los de Santo Domingo, sus gobernantes tenían mucha experiencia política en el manejo del Estado y unas fuerzas armadas relativamente numerosas y organizadas. El presidente Núñez de Cáceres entregó pacíficamente las llaves de la ciudad de Santo Domingo al presidente haitiano Charles Boyer, en una evidente demostración de la transferencia del poder a favor del gobierno haitiano.
La unión con Haití resultó ser muy desfavorable para el pueblo dominicano, el cual, inspirado en las prédicas patrióticas de Juan Pablo Duarte y los Trinitarios, decidió separarse de Haití y proclamar la República Dominicana como país libre, independiente y soberano.