Dar la cara a las amenazas
Es una verdad histórica que uno de los gobiernos que con mayor énfasis ha enfrentado el indeclinable problema que representan los haitianos para la República Dominicana ha sido el que preside Luis Abinader.
Este reconocimiento no significa bajar la guardia ni considerarlo un asunto resuelto. Si algo procede es continuar el énfasis, no ceder ni dormirnos.
Es vital seguir ejecutando cuanta medida sea posible para delimitar la República Dominicana y su destino de esa eterna pesadilla que representan los incómodos vecinos del oeste.
El énfasis oficial no se ha concretado, exclusivamente, en la adopción de medidas que han sido posibles a fin de hacerle frente a un problema que nos ha costado tantas lágrimas, tanto sudor y tanta sangre.
Debido a realidades propias de nuestro país y a nuestra composición social, el problema de la intolerable presencia haitiana ha ido adquiriendo dimensiones cada vez de mayor envergadura y riesgo.
El mérito indiscutible del presidente Abinader ha sido avanzar hacia una clara delimitación de este estado de cosas. El mandatario ha ido ejecutando una agenda que, esperamos, no se paralice gracias a los oficios de factores muy poderosos que inciden en esta problemática casi siempre de manea determinante.
Gracias a Abinader, el muro entre ambos países, es hoy una realidad en la que debemos seguir haciendo énfasis. Con sus problemas, por supuesto, pero es insoslayable el mensaje que supone su construcción. La vigilancia armada es mayor. La conciencia del pueblo de la necesaria delimitación de los destinos de ambos pueblos se ha incrementado sustancialmente.
Estos esfuerzos deben ser continuados. La anulación de ese cáncer nombrado como Friusa, es un positivo e indeclinable esfuerzo que merece el reconocimiento no solo de esta generación de dominicanos, sino que representa un hito histórico que debe proseguir en todo nuestro territorio.
Es preciso incrementar los esfuerzos para dominicanizar el trabajo e irnos liberando de cuanto tenga que ver con la mano de obra haitiana.
Asimismo, incrementar los esfuerzos por separar República Dominicana, en todos los ámbitos posibles, de cuanto tenga que ver con Haití.
La vigilancia armada debe ser indeclinable y cada vez más disuasiva. La dominicanización del trabajo es otra de las metas.
Es preciso que hagamos conciencia en los hechos de que debemos separar nuestros destinos de los de esa gente, quienes representan uno de los más graves escollos de nuestros esfuerzos para hacer de República Dominicana un mejor lugar.
No importan los reclamos y recriminaciones, el hecho cierto y definitivo es que debemos separar nuestro destino del de esa gente, y elaborar planes de contingencia para proteger la República y al pueblo dominicano de esa perniciosa cercanía y sus espurias y nefastas influencias.
Se trata de una tarea colectiva. La liquidación del cáncer de Friusa y el fortalecimiento de la frontera, son tareas en las que es preciso seguir haciendo un énfasis indeclinable.
Se trata de proteger la Patria de su peor amenaza.
Será del presidente Abinader la gloria de haber contribuido de manera esencial y quién sabe si definitiva de enfrentar y liquidar el más grave peligro que, desde siempre, ha amenazado la existencia de la República y el pueblo dominicanos.
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