Sobre el Parque Nacional de Los Haitises pende de manera permanente la amenaza de los depredadores, empeñados en aprovecharlo con fines agrícolas, particularmente en los denominados “fondos”, que no son otra cosa que los espacios llanos entre uno y otro de los muchos mogotes que lo componen.
La atención sobre este vedado, de unos 600 kilómetros cuadrados de extensión, debe ser permanente, como lo son la atención y las asechanzas de quienes lo perjudican.
Por una información del Ministerio de Medio Ambiente sabemos ahora que ha sido iniciada en este vedado una intervención bajo la dirección operativa del Servicio Nacional de Protección Ambiental y con la participación de la Dirección General de Migración y otras dependencias del Estado.
La presencia de agentes de Migración se explica porque entre los que se dedican al fomento de cultivos en Los Haitises están los que Medio Ambiente denomina “extranjeros que trabajan en labores de conuquismo”.
Desde hace bastante tiempo se sabe de las incursiones de haitianos en Los Haitises, unos por cuenta propia, pero la mayoría llevados por dominicanos que dañan el parque, porque patrocinan la tala y la quema de una particular región boscosa para aprovecharse en tres direcciones.
Una de ellas, la venta de algunos rubros agrícolas; otra, con la siembra de pasto cuando las áreas de conucos empieza a dar muestras de pobreza en los suelos, y una tercera, la atracción hacia esta particular formación montañosa y boscosa de haitianos y dominicanos con un bajo sentido del valor de la naturaleza para los fines humanos y de la biodiversidad.
Es posible que la intervención de Medio Ambiente sea un disuasivo para los que inician en estos días de primavera un ciclo de producción agrícola en el parque nacional, pero esta no será más que una operación de un efecto temporal.
Si se hace una combinación de persecución de los operarios y de sus patrocinadores, tal vez tengamos mejores resultados.