La coyuntura del Partido de la Liberación Dominicana no puede ser más complicada. Tiene a un líder y presidente que sólo importa para los fines internos de su partido, pero que no puede ser levantado hacia fuera de esta organización con fines políticos porque está imposibilitado de presentarse como candidato presidencial debido a una reforma impulsada cuando tenía una cuota bastante amplia de poder.
La modificación de la Constitución realizada en el año 2015, hace ahora ocho años, fue impuesta en Juan Dolio para permitirle al entonces presidente Danilo Medina presentarse como candidato a la reelección, lo que consiguió al precio de una fractura sensible en el precario sistema de equilibrio de egos dentro del PLD de entonces.
Horcas caudinas
Bajo el liderazgo de Medina el PLD transitó, a partir de octubre de 2019, una pendiente sofocante de la que no ha podido desentenderse.
Primero, la división de la organización política más exitosa del siglo XXI dominicano; luego, la crisis electoral de febrero de 2020 con la consiguiente derrota en marzo; le siguió la derrota en las elecciones de julio 2020 y, como si fuera poco, un final de noviembre 2020 con la apertura de las puertas de unos tribunales que no se cierran todavía.