Dajabón y Loma de Cabrera: una ruta turística entre cultura fronteriza y la paz de la montaña

Santo Domingo.- Ruidos, música, voces en español y creole, carretillas cargadas, olores intensos y movimiento constante: así comienza la jornada en el mercado binacional de Dajabón, un punto donde el turismo de aventura cobra vida a través de una experiencia auténtica y vibrante.
Cada lunes, viernes y domingo, el lugar se transforma en una verdadera expedición para los sentidos.
Allí, hombres y mujeres de ambas naciones se adentran entre pasillos repletos de mercancías: zapatos, ropa nueva y usada, productos agrícolas, huevos, aguacates, cigarrillos, romo, cerveza, sopitas y más. Es un punto de intercambio comercial entre ambas naciones, pero también de intercambio humano, donde el visitante curioso puede sumergirse en la riqueza cultural de ambas naciones.
El mercado no solo ofrece compras; es una travesía para quienes buscan turismo de contacto, aventura social y explorar la realidad de la vecina nación.
Para Kathia Sarit, directora del Clúster Turístico de la provincia Dajabón, ese mercado es un valor agregado que ofrece Dajabón a los turistas, quienes piden visitar la frontera y ver la seguridad que allí existe, en la que hay cuerpos de la armada por doquier, vigilando y atentos de que el intercambio comercial transcurra con normalidad y como de costumbre.
Comercio en laberintos
Entre el calor y el bullicio, los visitantes pueden recorrer los pasillos en laberintos del mercado a pie y usar motoconchos o carretillas que son movidas por hombres y mujeres para transportar sus compras, y en ese proceso conversar con vendedores haitianos y dominicanos que se comunican en ambos idiomas, y sentir la adrenalina del caos organizado que caracteriza ese espacio fronterizo.
Quienes se animan a vivir esta experiencia descubren que, más allá de lo comercial, el mercado es un espejo de resistencia, cultura y dinamismo.
La jornada comienza antes de las cinco de la mañana, pero desde las cuatro ya se sienten los pasos de hombres y mujeres cruzando la frontera con sacos, bultos o mercancías sobre triciclos y motocicletas.

Marine Destiverne, cuenta que tiene 10 años cruzando la frontera para vender ropa de paca y zapatos en el mercado para el sustento de su familia. También dijo se desplaza a otras zonas fronteriza a vender sus productos en carretilla.
Explica que se levanta antes de la cuatro de la mañana para acudir al mercado. Indica que las ventas son a veces buenas pero otras no.
Alexander Tejada, comerciante dominicano, cuenta que hacer negocios con los haitiano lo motivo a mudarse desde Santiago a Dajabón. Aquí los haitianos viene a buscar productos que allá es difícil encontrar, comentó al señalar que vende paneles solares a ese mercado.


Previo a la apertura del mercado del domingo, en la noche del sábado obreros haitianos preparaban la zona; limpian los corrales de gallinas, mientras la brisa arrastraba el olor a tierra húmeda y polvorienta, y el eco del cierre de una jornada de frontera.
En la zona de la frontera, aún las puertas estaban abiertas, y aunque pocos haitianos cruzaban, otros compartían cervezas con grupos de dominicanos, mientras un niños corrían con armas de juguete detrás de los buggies de una microempresa que plantea ofertar un recorrido la frontera.
Mientras, guardias miembros del ejército, Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza Terrestre erguidos con sus armas largas, se mantienen en sus puestos en la verja perimetral que divide a Haití y República Dominicana, la cual construye el Gobierno dominicano.


Del lado haitiano, el río Masacre forma parte de la escena: mujeres lavando, hombres bañándose, más adelante el canal que construyó Haití en la orilla del río Masacre, y al fondo, una bandera haitiana que ondea sobre la construcción que generó tensiones, pero también despertó el interés por conocer la historia reciente de esa zona fronteriza.
Diversidad de oferta
Lejos de ese bullicio propio de la zona fronteriza a unos 17 kilómetros se encuentra Loma de Cabrera, una zona de hermosa vegetación. Allí se puede visitar El Salto, un balneario que deja atrás las fuertes temperaturas y se convierte en un espacio para compartir y combatir las fuertes temperaturas sobre los 38 grados que predomina en la zona.
La vegetación hace honor al lugar en el que el sonido del agua y los arboles se fusionan y convierten en un escondite idóneo para los amantes de la naturaleza.
Este espacio se encuentra en remodelación por parte del Ministerio de Turismo y la Alcaldía del municipio, indicó la Guia turistica del Universidad Tecnológica de Santiago, Midelka Castro.

Agustín Liberato residente en Dajabón y con vivienda en Loma de Cabrera, cuenta que están optimista del desarrollo de la zona. Indicó que el lugar comienza a perfilarse como un punto con potencial turístico, gracias a la presencia de villas familiares y un entorno tranquilo que invita al descanso.
Liberato, secretario general de la unión de Juntas de Vecinos que agrupa a 32 agrupaciones del área, aseguró que el desarrollo turístico es una meta común. “Dajabón es un pueblo que está en desarrollo. Tenemos muchas expectativas. Dondequiera se están haciendo villas y distintas cosas turísticas”, explicó.
“Estamos avanzando y creemos que Dajabón puede convertirse en un destino turístico”, dijo al señalar que hay más de 30 villas en la zona.

Familias en Salto en Loma de Cabrera

También destacó que en comunidades como Monte Grande y en áreas cercanas a la villa del merenguero Fernandito Villalona que han impulsado la inversión en el destino.
Allí también se encuentra el bulevar de la sombrilla, un lugar «lugar instagrameable por sus colorido e histórico murales.

Monumento histórico
La ruta no termina ahí. A unos 45 minutos del pueblo de Dajabón se encuentra el Monumento de la Restauración, una obra construida en 1986 por un grupo de ingenieros de la empresa Carventti y Asociados.
Esta obra rinde homenaje al Grito de Capotillo, acción armada que marcó el inicio de la Guerra Restauradora el 16 de agosto de 1863 en la República Dominicana.
En ese entonces, a pesar de que el país ya había proclamado su independencia y se había liberado del dominio haitiano, volvió a perder su soberanía al convertirse en una anexión de España. Ante esta situación, los nacionalistas reaccionaron con una rebelión para restaurar la identidad y la soberanía nacional.
El monumento honra a un grupo de héroes nacionales. Sin embargo, a pesar de la belleza del lugar y sus instalaciones, recibe pocas visitas y presenta señales de abandono. Los baños están deteriorados y, aunque personal del Cuerpo Especializado en Seguridad Fronteriza Terrestre (Cesfront) se encontraba en la entrada del lugar, en el interior permanecían ciudadanos haitianos junto a cerdos domesticados, intentando desalojarlos de las instalaciones.

Cerdos en monumentos históricos




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Dilenni Bonilla
Periodista egresada de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), con diplomados en Comunicación Estratégica, Economía, Finanzas y Fondos de Pensiones.