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Curso de Bad Bunny en Yale expone el desconocimiento sobre Puerto Rico en EE.UU.

Bad Bunny
📷 La influencia de Bad Bunny en la cultura popular es indiscutible, afirma el profesor de la Universidad de Yale Albert Laguna, experto en estudios culturales que diseñó un curso sobre el artista que impartirá en septiembre.

Para Albert Laguna, profesor de la Universidad de Yale, una de las instituciones educativas más reconocidas de EEUU., comprender el éxito de Bad Bunny no solo le concierne a la industria musical.

Benito Martínez Ocasio, nombre del artista puertorriqueño de 31 años, ha demostrado ser un genio del marketing, capaz de transformar la música en español -y la cultura latina en general- en productos que traspasan como nunca las fronteras de los países hispanohablantes y atraen a audiencias globales.

Por ejemplo, en 2024 fue el cantante latino más escuchado del mundo en la popular plataforma de reproducción Spotify. Mientras que su nuevo álbum, «Debí tirar más fotos», se mantuvo en el top 10 -también a nivel mundial- durante semanas, luego de su lanzamiento en enero.

Pero su impacto no se limita al negocio de la música, asegura Laguna, experto en estudios culturales.

Además, ha logrado darle un giro sonoro al reguetón, fusionando su patrón rítmico con géneros como la salsa, bachata, bomba y plena.

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Laguna sostiene que, a través de sus letras y melodías, Bad Bunny construye un mapa que permite entender la historia de Puerto Rico y su diáspora.

Según el doctor en literatura de origen cubano, todo esto agrega importancia a la influencia indiscutible del artista boricua en la música popular de nuestro tiempo.

Por ello, en septiembre Laguna impartirá un curso sobre «el Conejo Malo» en la Universidad de Yale.

¿Qué implica incluir a Bad Bunny en el temario de una de las universidades más importantes del mundo? ¿Cómo abordará la figura del artista en el aula? ¿Cuál fue la respuesta de los estudiantes al enterarse de esta nueva oferta académica?

¿Cómo surgió la idea de crear un curso sobre Bad Bunny?

Escuché su nuevo disco, «Debí Tirar Más Fotos», mientras caminaba por las calles de New Orleans, una ciudad con una gran herencia caribeña. En ese momento, pensé que el éxito del álbum era una oportunidad para centrarnos en Puerto Rico dentro del salón de clases. Hay mucho interés de mis estudiantes en Bad Bunny, pero no tienen mucho conocimiento sobre la relación entre la isla y EE.UU.

Voy a usar sus canciones para abordar temas importantes tanto para la diáspora puertorriqueña como para las personas que viven en el territorio.

Por ejemplo, la canción «Nuevayol», con la que comienza el álbum, hace referencia a «Un Verano en Nueva York», tema que estrenó en 1975 la orquesta de salsa El Gran Combo de Puerto Rico.

Cuando escuché un fragmento de esa melodía en el disco de Bad Bunny, me quedé frío. Pensé: hay algo diferente en esta producción.

A través del género de la salsa, que nació precisamente en Nueva York, podemos hablar sobre el flujo migratorio de cubanos y puertorriqueños en EE.UU. y la influencia afrocaribeña en el país.

También podemos discutir las condiciones para que este tipo de ritmos se creara.

No es solo hablar de la letra, sino también de la historia de la música y sobre la huella cultural que dejaron los pertorriqueños allí desde que llegaron en el siglo XIX.

Bad Bunny fue el artista latino más escuchado en Spotify en 2024.

Sé que esto es una pregunta muy amplia, ¿pero cuál es el impacto cultural del artista?

Es en definitiva muy amplia. Pero, por ejemplo, Bad Bunny está celebrando una residencia de 30 conciertos en Puerto Rico este verano. Estos eventos en sí mismos son un acto político.

Muchos artistas desarrollan un público en su país natal y llevan su cultura al mundo. Pero lo que Bad Bunny hace es llevar el mundo a Puerto Rico. Está enfocando sus espectáculos en la isla, y se convierten en una oportunidad para hablar de los problemas que ocurren a nivel local.

¿Cómo el álbum al que usted hace referencia ayudará a los estudiantes a entender la relación territorial de Puerto Rico y EE.UU.?

Con una canción como «TURiSTA», que trata sobre la industria turística y cómo hay personas de EE.UU. que viajan a Puerto Rico y se comportan como si fueran los dueños de la isla.

Esa es otra cuestión política en el disco. Bad Bunny insiste en que Puerto Rico debe ser para los puertorriqueños. Y lo hace en medio de una situación económica complicada, cuando la isla está administrada por una Junta de Supervisión Fiscal nombrada por EE.UU.

Busca visibilizar la relación colonial entre ambas naciones y cómo eso afecta a los boricuas en la actualidad.

Muchos estadounidenses aún no saben que Puerto Rico es una colonia de su propio país.

¿Y cómo les ayuda a comprender la realidad de la diáspora? No solo puertorriqueña, sino latina en general, sobre todo en momentos en que el gobierno de EE.UU. ha aprobado medidas restrictivas sobre migración.

Para muchos inmigrantes y latinos en general su país natal, la tierra de sus padres, es siempre una referencia cuando viven fuera. En «Debí tirar más fotos», Bad Bunny explora y celebra esa conexión constante.

No se puede hablar de la historia de Nueva York sin Puerto Rico ni de Puerto Rico sin Nueva York. No se puede hablar de la salsa sin Nueva York y la relación con la diáspora latina que hizo de la ciudad su hogar.

El más reciente álbum de Bad Bunny, que se lanzó en enero, contiene letras que hacen referencia a la realidad colonial de Puerto Rico, territorio de EE.UU. desde hace más de 100 años.

En la producción de Bad Bunny se pueden escuchar esas conexiones. Pero no solo la importancia que los migrantes le dan a sus países, sino también a sus identidades, la manera en que hacen comunidad en EE.UU.

En ese disco Bad Bunny también logró internacionalizar ciertos géneros musicales que antes no se habían escuchado tan fuerte fuera de Puerto Rico, como la bomba y la plena…

Sí, eso es muy importante reconocerlo, pero es un cuento viejo. Con esto me refiero a que la música de Cuba, Puerto Rico y República Dominicana ha moldeado las tendencias de la música global desde el siglo XIX. Hablo del danzón cubano, el son, mambo, la salsa y más recientemente el reguetón.

Bad Bunny es otro eslabón en la cadena de esa historia.

¿Se reconoce lo suficiente el impacto del Caribe en la industria de la música?

No, no hay suficientes referencias. Esa es una de las razones por la cual voy a ofrecer la clase.

De igual forma, con su nuevo álbum, Bad Bunny ofrece un curso de música. No solo incluye canciones de reguetón, con salsa, bomba o plena, es una combinación de géneros. Contiene música jíbara, ritmos de las zonas rurales de Puerto Rico. Cuando escuchas esta música, te preguntas ¿de dónde proviene?

El disco abre caminos para entender una historia más amplia y caribeña en particular.

La música de Bad Bunny, pese a que ha recibido premios como el Grammy y ocupa los primeros lugares en las listas musicales, aún recibe enormes críticas. A veces se la describe como poco sofisticada y se cuestionan sus letras. ¿Por qué es tan difícil para algunos sectores concebir esta expresión artística como algo que tiene valor?

Ese también es un cuento viejo, lo que es muy popular suele considerarse como poco sofisticado. En el siglo XIX, se hablaba del danzón cubano como un escándalo. Quizás en 50 años nos vamos a reír de la gente que se burla y dice que Bad Bunny también lo es.

En «Debí tirar más fotos», Bad Bunny también denuncia la gentrificación, los problemas de infraestructura y la crisis económica de Puerto Rico.

Pero debo decir que es importante mantener una perspectiva crítica. Mi trabajo como profesor es entender todo lo complejo de un producto cultural: cómo en la música se representa el género, la raza, la etnicidad y otros temas.

El disco de Bad Bunny es un producto cultural. Y un curso sobre el tema se puede usar como excusa para analizar, entre otras cosas, la historia de las mujeres en la música urbana.

Parte del interés en este curso, es que estoy ofreciendo la clase en la Universidad de Yale. A veces se piensa que Bad Bunny es una cosa y Yale es otra. Mi trabajo es reiterar que Bad Bunny tiene su lugar en Yale. Toda la cultura popular tiene su lugar en Yale. A través de un artista como Bad Bunny podemos entender el presente y pasado de Puerto Rico, de EE.UU., y también cómo el artista se convirtió en un fenómeno mundial.

El curso estará muy enfocado en «Debí tirar más fotos». ¿Cómo describiría esa producción?

Una aventura alegre por la historia de Puerto Rico y EE.UU. a través de la música.

La combinación de géneros que presenta genera la oportunidad de tener una conversación entre varias generaciones. He sido testigo de eso mientras trabajo en el currículum del curso. Recibo mensajes de personas de más de 60 años que quieren participar, pero también de estudiantes de secundaria.

Una conversación intergeneracional es rara en la cultura popular.

La clase se ofrecerá en un momento difícil para las universidades de EE.UU., cuando sus políticas de diversidad son cuestionadas por el gobierno actual de Donald Trump e incluso se les han recortado fondos por esta razón. Recientemente hubo un intento de la administración para que Harvard no matricule estudiantes extranjeros.

¿Cómo el curso puede abrir puertas para que se continúen discutiendo los temas de etnia, raza y diversidad en las instituciones educativas del país?

Lo que ocurrió con Harvard es una posición anti intelectual por parte del gobierno. Esta administración quiere mantener a las personas que ven como diferentes -los inmigrantes, la gente de Puerto Rico- en los márgenes, como si no fueran importantes

Lo que hago con este curso es poner a Puerto Rico en el centro de la discusión académica. Eso nos permite entender a EE.UU. como un poder imperial, algo en lo que nuestros estudiantes no piensan usualmente.

En el curso, tendremos conversaciones que están intentando ser censuradas por la administración de Donald Trump.

Hablaremos sobre la isla con la intención de luchar contra esas narrativas que vienen de arriba y que intentan quitarle valor a nuestro trabajo.

En su último disco disco, el «Conejo Malo» fusiona salsa con reguetón, entre otros géneros. Estos ritmos, afirma Laguna, nacieron gracias al flujo migratorio de puertorriqueños y otros latinos en EE.UU.

Fuente: BBC Mundo

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