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Cultura Popular y Derechos Humanos: La Riqueza de la Diversidad sin Discriminación

Danilo Minaya Por Danilo Minaya

La cultura popular de los pueblos puede definirse como el conjunto de expresiones, tradiciones, creencias, prácticas y valores que emergen de las comunidades locales y son compartidas por sus miembros. Esta cultura se manifiesta a través de diversas formas: música, danza, gastronomía, festividades, arte, literatura y costumbres cotidianas.

En el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, un contingente militar apostado en las inmediaciones del Parque Independencia, irrumpió en el escenario para exigir el cese de una manifestación cultural porque entendieron que en ella se cantaba en creole. Este hecho es una muestra preocupante del desconocimiento de los valores culturales de los pueblos y del mal uso del “nacionalismo” como herramienta para sembrar odio, xenofobia y racismo en la sociedad dominicana. La cultura popular se caracteriza por la participación comunitaria, donde la gente se involucra en la creación y celebración de sus tradiciones sin barreras ni exclusiones.

Recientemente, el senador estadounidense Marco Rubio visitó el país y fue recibido en el Palacio Nacional. Durante la reunión, el ejecutivo le dirigió palabras en inglés. Si el idioma es un criterio para la censura, ¿cómo deberíamos interpretar este acto? ¿Se aplicará la misma lógica a los espectáculos de artistas extranjeros que se presentan en el país en inglés? ¿Habrá intervención de la fuerza pública para impedir sus presentaciones?

Los derechos humanos son universales, y cada individuo tiene el derecho de ser parte de la diversidad cultural de su país, incluyendo a los migrantes. El idioma no debe ser un obstáculo para la producción cultural; al contrario, puede ser una fuente de innovación y creatividad que enriquezca nuestras tradiciones.

La cultura popular es un fenómeno dinámico y en constante evolución que refleja la vida cotidiana, las aspiraciones y la identidad de los pueblos. A su vez, las lenguas extranjeras desempeñan un papel complejo en este sistema, influenciando tanto la riqueza cultural como las dinámicas sociales. En un mundo globalizado, la exposición a lenguas extranjeras puede llevar a la creación de híbridos culturales que combinan elementos de diferentes tradiciones.

Cuando las lenguas extranjeras se perciben como una amenaza a la identidad nacional, pueden surgir actitudes xenófobas que justifican la exclusión de ciertos grupos. En un contexto de participación plural, es fundamental reconocer el valor de todas las lenguas y culturas, promoviendo un ambiente inclusivo que respete y celebre la diversidad. La interacción con lenguas extranjeras debe verse como una oportunidad para enriquecer la cultura popular, facilitando el intercambio de ideas y experiencias entre comunidades.

Es esencial rechazar cualquier forma de xenofobia y racismo, promoviendo la empatía y el entendimiento entre diferentes grupos. Solo así se podrá construir una sociedad más justa y cohesionada, donde cada individuo contribuya a la riqueza cultural sin temor a la discriminación o exclusión.

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