Bastaron nueve semanas para el juicio en que Bob Menéndez, notorio senador por Nueva Jersey, fue encontrado culpable de recibir sobornos de particulares y actuar ilegalmente como agente del gobierno de Egipto.
Anteriormente escapó de acusaciones similares, incluyendo sus cuestionadas vacaciones en República Dominicana.
Menéndez fue de los políticos más poderosos del Partido Demócrata, como presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado.
El veredicto por un tribunal federal en Nueva York se basó en testimonios y evidencias como lingotes de oro y cientos de miles de dólares, hallados en su casa, y de sus negocios con espías egipcios a quienes prometió gestionar multimillonarias donaciones militares a cambio de sobornos.
Es imposible comparar la Justicia estadounidense con la dominicana. Empero, da vergüenza que no hay ni lucen cercanas decisiones de los sonados casos de corrupción contra exfuncionarios del pasado gobierno, tras casi cuatro años de mucho lawfare, condenas mediáticas y farandulismo por los fiscales encargados y su claque.
La regeneración moral que ha propuesto y lidera el presidente Abinader ha sido muy “desayudada” por estos procuradores “independientes”. Ojalá en su nuevo período, entre las esperadas reformas el Gobierno incluya mejorar el penoso desempeño de estos ineficaces persecutores de la corrupción.