Hay que cuidarse. Parece algo sencillo y obvio pero el ser humano tiende a asumir los malos hábitos como algo bueno y los buenos hábitos como algo innecesario. Todos llegamos a un punto en el que sabemos aquello que no nos hace bien, que incluso puede afectar nuestra salud pero hacemos la vista gorda, hasta que llega el problema.
En cambio sabemos cuáles son las cosas que son positivas para estar bien y nos cuesta mucho incorporarlas a nuestras rutinas.
No generalizo, hay muchas personas que se cuidan, pero lo digo por mi primero y por mucha gente que conozco. Y son cosas a veces sencillas que no nos costaría realizar pero que vamos posponiendo, en cambio esos hábitos que en forma reducida no son dañinos son los que priorizamos y al acumularse te pasan factura.
Puede ser que ahora que soy más consciente de mi salud es que realizo esta reflexión, pero por mucho tiempo he ido tirando de la carreta como si no pasara nada, hasta que de repente empiezas a tener situaciones, no graves, pero sí que te quitan calidad de vida.
Creo que es un tema de disciplina, autoconocimiento y sobre todo de decisión. De tomar las decisiones que sabes que son las correctas en vez de obviar aquellas que sabes que no lo son.
Un ejemplo claro, en mi caso, es el cigarrillo. Cada uno tendremos el nuestro.
Pero creo que no hay que llegar al punto en el que te veas afectado para cuidarte, hay que hacerlo cada día porque al final la salud es que lo marca todo lo demás y sin ella se arrastra tu vida entera.
No hay que esperar a tener un problema cuando sabes muy bien cómo lo puedes prevenir. Hay que tomar las riendas y cuidarse, siempre.