La Navidad es tiempo de celebración, encuentros familiares y amistosos y excesos en general. Muchas fiestas, comidas, bebidas, trasnoches, cansancio. Imprescindible es cuidar cuerpo, mente y alma.
Para cuidar el cuerpo practiquemos la alimentación consciente. Consiste en moderar las porciones de los alimentos, comer despacio y equilibrar las comidas.
Atentos al consumo de alcohol y agua, agregando suficientes horas de descanso y sueño reparador.
La Navidad generalmente se asocia con alegría y celebraciones, pero también es época del despertar de ciertas emociones intensas y nostalgias para algunos, para otros ansiedad y tristeza.
Cuidar la mente es importante y se hace evitando el agotamiento mental y emocional, dedicando tiempo a la reflexión, haciendo pausas para el descanso de las redes, no cumpliendo necesariamente las expectativas de los demás, desconectándose de los estímulos excesivos de esta época y priorizando el equilibrio emocional.
La Navidad es un tiempo de encuentros con los demás, pero también con el interior de cada uno. Por eso, hay que cuidar el alma en estas fiestas.
Permitirnos detenernos a reconectar con el verdadero sentido de la Navidad, el amor, la esperanza, la renovación interior, el recogimiento momentáneo, la conexión humana, la solidaridad y el servicio nutren el alma.
Detenerse entre tanto ruido y prisa durante las fiestas es importante, perdonar a nosotros mismos y a los demás, reconciliarnos, soltar rencores y practicar la compasión, aligeran el alma y generan espacios para la paz. Recordemos que dar lo positivo con el corazón, nutre a quien recibe y al que ofrece.
