Nunca antes habían llegado tantos cubanos a Estados Unidos en un solo año como en 2022.
Hasta noviembre sumaban unos 270.000, según datos acumulados de la aduana estadounidense y la guardia costera, que contabilizan a los llegados por tierra y mar respectivamente.
Es decir, desde enero se ha emigrado a EE.UU. el 2,4% de los 11,1 millones de habitantes que había en Cuba según el dato más reciente de 2021.
Esta ola migratoria supera a la desatada tras triunfar la Revolución de Fidel Castro (250.000 expatriados entre 1959 y 1962), al éxodo del Mariel de 1980 (unos 125.000), a los »Vuelos de la Libertad» que reubicaron a unos 300.000 cubanos entre 1965 y 1973, y a la crisis de los balseros de 1994 (más de 30.000).
La inmensa mayoría de los cubanos que están emigrando a Estados Unidos en 2022 lo hacen de forma ilegal y jugándose la vida en peligrosas travesías.
La más habitual consiste en volar a Nicaragua, donde no necesitan visado, y guiados por mafias -cada trayecto vale entre US$8.000 y US$15.000- transitar miles de kilómetros en la clandestinidad por Honduras, Guatemala y México hasta pisar suelo estadounidense.
También está la opción, menos costosa pero aún más arriesgada, de intentar alcanzar las costas de Florida en embarcaciones.
Los planes a veces fallan y muchos acaban muertos o deportados.
Entonces, ¿por qué tantos cubanos están arriesgando sus vidas para llegar a Estados Unidos?
1. La escasez y la falta de oportunidades
Diana Pérez, filóloga y administradora de redes sociales de 27 años, llegó a Miami en marzo tras un periplo de 16 días por Centroamérica y México que le costó unos US$10.000.
«Me decidí a venir porque en Cuba hacer cualquier cosa era imposible: comprar comida, productos de aseo, salir a tomarte un café, vivir de tu trabajo… Allí la gente ya no vive, solo sobrevive», explica a BBC Mundo.
Ocho de cada diez cubanos que emigran a EE.UU. tienen entre 15 y 59 años, es decir, la inmensa mayoría están en edad de trabajar.
Pero no quieren hacerlo en Cuba, donde en un empleo estatal el salario medio ronda los US$22 mensuales al cambio real y el sector privado se limita a un restringido grupo de actividades y oficios.
Para la socióloga Elaine Acosta, de la Universidad Internacional de Florida, la ola migratoria cubana es producto de «la crisis estructural y el agotamiento de un modelo político y socioeconómico que no ofrece alternativas viables para sostener la vida en la isla».
«Han aumentado significativamente la pobreza y las desigualdades sociales y territoriales, junto a un deterioro progresivo de la protección y la asistencia social», explica a BBC Mundo.
Cuba lleva décadas en crisis, pero la pandemia (que provocó una caída del turismo, sector clave), el endurecimiento del embargo de EE.UU. y una fallida reforma monetaria y salarial, entre otros factores, acabaron por hundir su economía.
Hoy el gobierno es incapaz de pagar a sus acreedores, por lo que los suministros del exterior son limitados, algo especialmente grave en un país que importa entre el 60 y el 70% de los alimentos que consume.
En un intento de recaudar divisas, el Estado, que monopoliza el comercio legal en el país, vende comida y productos básicos en dólares, moneda a la que solo tiene acceso una parte de la población.
Esto dio origen a un mercado negro en la calle pero no solucionó el problema de la escasez; y conseguir pollo, pan, arroz, champú o pasta de dientes puede requerir colas de varias horas desde la madrugada.
«Durante el día, o trabajabas o lo pasabas en una cola para conseguir comida; no podías hacer las dos cosas», recuerda Diana.
Su generación no vivió la época de relativa bonanza de los años 1970 y 80, cuando la Unión Soviética subvencionaba a la isla; solo el largo declive posterior a la caída del resto del bloque comunista.
Así, para los jóvenes de hoy las perspectivas de que la situación cambie en el futuro son prácticamente nulas, por lo que sus sueños de éxito profesional y una vida abundante pasan por emigrar.
«Como decía Joan Manuel Serrat sobre la España rural en la época del franquismo, los jóvenes cubanos de hoy no esperan que esta tierra les dé mañana lo que no les dio ayer«, resume para BBC Mundo Juan Carlos Albizu-Campos, profesor del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de La Habana.
2. La falta de libertad
El 11 de julio de 2021 decenas de miles de cubanos salieron a las calles para reclamar libertad y mejores condiciones de vida, en una ola de protestas inédita hasta el momento.
Las autoridades respondieron en los siguientes meses con arrestos masivos y juicios sumarios. Más de 1.500 personas, la mayoría jóvenes, fueron detenidas y al menos 670 permanecen hoy en la cárcel, según la ONG Cubalex.
También se ha convertido en algo habitual citar e interrogar en comisaría a ciudadanos que critican abiertamente el sistema de partido único imperante desde hace más de seis décadas.
«Llegó un momento en que no podías ni siquiera expresarte, publicar nada o hacer un comentario. Sabiendo que todo estaba mal, no podías decirlo porque podías tener un problema grave«, recuerda Diana.
«Ya en los últimos tiempos por publicar cualquier bobería en Facebook te ponían una citación e ibas detenido», afirma.
La periodista, escritora y activista cubana Mónica Baró sostiene que la falta de libertad está siendo un factor importante -y muchas veces subestimado en los medios- entre los que empujan a los cubanos al exilio.
«Después del 11 de julio muchas personas que habían participado en las manifestaciones emigraron, asustadas por el nivel de represión«, asegura.
Explica que, aunque gran parte de los manifestantes y personas que apoyaban las marchas no fueron detenidos en los primeros meses, «muchos se asustaron y temían que en algún momento les identificaran en algún vídeo y les encarcelaran».
Alina Castillo, actriz de teatro y televisión de 28 años, arribó a Miami en abril tras una odisea de 14 días por Centroamérica similar a la de la mayoría de cubanos llegados este año.
«No me fui porque me faltara la comida, sino por las limitaciones que trajo el no estar de acuerdo con el gobierno cubano. No permitían la libertad de expresión de artistas e intelectuales y no teníamos derecho a crear un espacio privado para expresarnos».
«Vi que en unos años mi carrera se iba a tronchar por el hecho de pensar diferente o haber participado en una manifestación. Ya sentía que decir lo que yo quería podía traer problemas, incluso a mi grupo de teatro», afirma.
3. La exención del visado a Nicaragua
El pasaporte cubano es uno de los más restringidos del mundo y solo da acceso a un reducido número de países de forma libre, es decir, sin necesidad de largos y complejos trámites de visado.
Uno de ellos es Nicaragua, desde que en noviembre de 2021 los gobiernos de Daniel Ortega y Miguel Díaz-Canel firmaran un acuerdo para permitir a los cubanos entrar libremente como turistas al país centroamericano.
Este se convirtió así en la principal puerta de entrada a territorio continental para quienes intentan llegar a Estados Unidos desde la isla.
Algunos expertos creen que el acuerdo con Nicaragua fue una maniobra intencional del gobierno cubano para proporcionar una válvula de escape a la población y aliviar presiones internas en un momento de fuerte descontento social por la escasez y la represión.
«El gobierno cubano continúa usando políticamente de manera instrumental la migración, convirtiéndola en una herramienta de distensión de la presión y la inconformidad internas, a la vez que en un mecanismo de negociación frente a gobiernos de la región», afirma la socióloga Elaine Acosta.
Albizu-Campos, por su parte, resta importancia al acuerdo de exención de visados.
«Es solo un factor facilitador más: lo que hace es viabilizar la movilidad a través de un corredor, pero el éxodo se habría producido con o sin acuerdo entre Cuba y Nicaragua», concluye.
En todo caso, es significativo que las cifras de migrantes cubanos llegados a la frontera con Estados Unidos se hayan disparado desde la apertura de esta nueva vía de escape.
4. Lo que les espera en EE.UU.
Aunque en 2022 muchos cubanos también emigraron a Europa -especialmente del círculo de artistas e intelectuales de La Habana- y a otras partes de Latinoamérica y el mundo, lo cierto es que la inmensa mayoría se dirigieron a Estados Unidos, por varios motivos.
El primero y fundamental es la asistencia que las familias cubanas ya radicadas en EE.UU. -una comunidad de más de 1,3 millones de personas- ofrecen a sus parientes que deciden salir de la isla.
«Tener a mis tíos y primos aquí me hizo las cosas más fáciles. Me recibieron en su casa, los primeros meses no tuve que pagar renta ni comida y, una vez acomodada, ya puedo empezar a pensar en independizarme», relata Diana.
Similar es el caso de Alina Castillo, que se instaló en casa de su madre, residente en Miami desde hace 8 años.
Además, por lo general son los familiares en EE.UU. quienes financian la travesía ilegal desde Cuba, inasequible para el bolsillo de cualquier habitante de la isla.
Y, por otro lado, están las oportunidades de trabajo que ofrece el país norteamericano a los migrantes, y en especial a los cubanos.
Es un secreto a voces que, a diferencia de Europa, en Miami y otras ciudades de Estados Unidos es relativamente fácil trabajar de forma ilegal en un restaurante, una tienda o cualquier otro negocio.
Esto, unido a las ayudas estatales en comida y salud, permite a los recién llegados garantizar su sustento.
Además, la Ley de Ajuste Cubano concede a los migrantes de Cuba un trato preferencial respecto a los provenientes de otros países: si pasan un año y un día en el país ya pueden empezar a tramitar su residencia y en unos años se convierten en ciudadanos.
«Los privilegios que disfrutan los migrantes cubanos, tanto en términos de admisión preferencial como de asistencia a su llegada, han creado incentivos para que salgan desde Cuba hacia Estados Unidos», explica a BBC Mundo William Leogrande, profesor de la Universidad Americana en Washington DC y experto en relaciones Cuba-EE.UU.
BBC Mundo solicitó al gobierno cubano declaraciones sobre la actual ola migratoria, pero no obtuvo respuesta.