Cuarentena y etnopsiquiatría

Cuarentena y etnopsiquiatría

Cuarentena y etnopsiquiatría

Wilfredo Mora

El estado de emergencia por la causa de la pandemia que vive el país está compuesto por la cuarentena, el toque de queda, las medidas para prevenir el contagio de coronavirus y uno de sus actores centrales es la Comisión de Alto Nivel, así como la PN y las Fuerzas Armadas.

No nos sirve enhestarcríticas a nuestra cuarentena por causa del coronavirus, y menos a estas instancias. Los comportamientos sociales abusivos durante estas últimas semanas merecen un comentario diferente, porque el índice de letalidad sigue en aumento.

En un intervalo de 60 días, hay 6, 652 infectados y 293 muertes producidas (Boletín 41).

No disminuyen las aglomeraciones, pero sirve para conocer algunas de sus causas.
Los delirios sociales que caracterizan esta cuarentena, en realidad son fenómenos propios de la etnopsquiatría dominicana, tomando como base que los comportamientos sociales negativos son frutos de un gran “stress”, “conflicto”, y que están culturalmente estructurados.

En tales casos, estos comportamientos llegan a ser creencias, conforman síntomas materiales culturales asociados a materiales culturales irracionales, articulados con el modo de pensar y de sentir de la agente, y son representados por grupos marginados de la sociedad. Es la otra cultura dominicana.

En clave de la etnopsiquiatría, disciplina que estudia los desórdenes culturales, y citando a uno de sus representantes, Ralph Linton*, quien se refirió a estos comportamientos negativos como “modos de empleo abusivo”, o «modelos de conducta incorrecta»; su frase para definir la etnopsiquiatría fue: “No lo hagas, pero si lo haces, es preciso que lo hagas como te indico”.

Acopiando los casos que hemos podido observar durante la cuarentena, lo que las masas en las calles han manifestado, los auto desacuerdos culturales frente a la cultura de prevención del contagio, y en general, frente a todos “esos valores sociales antisociales que permiten al individuo ser antisocial de una manera socialmente admitida, y a veces hasta prestigiosa” (Devereux*), es lo que a continuación vamos a enumerar.

No las consideraremos síndromes étnicos en sí, pero saberlo puede ser de gran ayuda. Celebraciones variadas en los barrios, al aire libre, de día y de noche, donde ha habido ambiente de ritmos y bailes en alusión al coronavirus, incluso, con comparsas que tiene hasta su coreografía.

La gente no se sintió cohíbida de disfrutar su Semana Santa, desafiando la epidemia. Los colmadones en principio no hicieron casos y continuaron ateniendo clientes; también en los ríos, la gente a continúa celebrando en familia. Cuando el toque de queda amplió el horario, aumentaron las detenciones. Se cerraron los puentes para evitar contagio, pero la metodología desdice mucho de la ayuda que realiza la PN.

Se han descubierto galleras clandestinas y hay que ver el espectáculo de la multitud desprotegida tratando de cobrar los bonos de la Tarjeta Solidaridad y el “Programa Quédate en Casa”. Estos desequilibrios culturales, por suerte, no alteran el sentido normal de la nación.



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