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Cuando tu nombre se convierte en una trampa digital

Lady Reyes, directora de Encuentros Interactivos.
📷 Lady Reyes, directora de Encuentros Interactivos.

El pasado domingo me vi obligada a interrumpir mi rutina para denunciar algo que, aunque ya parece parte de los tiempos que vivimos, nunca deja de sorprender: la creación de un perfil falso en Facebook con mi nombre y fotos viejas.

La alerta llegó gracias a un amigo que, al ser contactado por esos ciberdelincuentes, reconoció de inmediato que no era yo quien estaba detrás de esa cuenta. Conociendo la persona que soy, entendió que se trataba de una estafa y me lo notificó enseguida.

El episodio me hizo confirmar lo vulnerable que resulta nuestra identidad en el mundo digital. Un nombre, unas fotografías y la confianza de quienes nos conocen pueden convertirse en herramientas para delinquir. Por eso, no dudé en publicar un aviso en mis redes, alertando a mis seguidores de no caer en la trampa.

Este tipo de estafa es común, pero no todos logran procesar de inmediato el peligro. La confianza, muchas veces, se convierte en el arma que abre la puerta al engaño.

Personalmente, tengo una norma: siempre verifico antes de dar crédito a un mensaje sospechoso, ante cualquier irregularidad, busco una vía alterna para confirmar que quien me contacta pidiendo dinero o favores es realmente la persona que conozco.

Y aquí quiero detenerme. Porque lo que viví no es solo un incidente personal; es un recordatorio colectivo. Todos estamos expuestos. Y, por tanto, todos debemos estar entrenados para protegernos.

Consejos prácticos
Algunas recomendaciones sencillas pueden marcar la diferencia:

  • Verificar siempre por otra vía: si alguien cercano nos pide dinero, llamemos directamente a su número antes de responder.
  • Desconfiar de los enlaces sospechosos: ya sea por correo, redes sociales o WhatsApp, no abramos archivos ni links que generen dudas.
  • Revisar los perfiles: muchas veces, las cuentas falsas son fáciles de detectar por el número de seguidores, la actividad reciente o detalles incoherentes.
  • No compartir en exceso información personal: cada dato que damos puede convertirse en una pieza de la estafa.
  • Denunciar y alertar: nunca guardemos silencio. La prevención también se multiplica cuando advertimos a otros.

Proteger la identidad digital
Lo digital es una extensión de nuestra vida real, así como cuidamos la puerta de nuestra casa, debemos cuidar también la de nuestras redes. Lo que me sucedió no fue solo un intento de fraude: fue un recordatorio de que la seguridad comienza con la atención, con el ojo alerta y con la voz que no teme advertir a tiempo.

Proteger nuestra identidad digital es, en el fondo, proteger a los que nos rodean.

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