Cuando se rompe la armonía se trunca el movimiento natural

Cuando se rompe la armonía se trunca el movimiento natural

Cuando se rompe la armonía se trunca el movimiento natural

 

Porque:… “El que pide pocos favores,

Es el mejor recibido”

Por: Rafael R. Ramírez Ferreira

La Imprudencia suele preceder

a la calamidad.

App. De Alejandría.-

Parecería exagerado siquiera hacer la pregunta sobre qué asociación profesional, club deportivo-cultural, sin fines de lucro u organismo literario, donde hayan elecciones para elegir la directiva cada cierto y determinado tiempo, permanece libre del control de tal o cual partido político. Me parece que a pesar de ser tantos los llamados, los dedos del cuerpo sobrarían para nombrar los que están exentos. Y esto es debido que a la hora de hacer las referidas elecciones, ya siquiera disimulan un poco, porque la línea baja de la dirección del partido sobre y por quien debe de ir el apoyo para dirigirlas.

Al desaparecer las organizaciones estudiantiles, por igual desaparecieron las intenciones manifiestas para defender derechos y reclamos comunes para la sociedad. Igual destino sufrieron los Sindicatos, los cuales pasaron a ser empresas privadas dirigidas por “Líderes” que se han apropiado de las mismas y ni hablar de esas instituciones deportivas, donde las dirigencias han implantado una real dictadura que solo la muerte los separa de ese mando.

Y no es que desee o quiera dármelas de iluso o más papista que el Papa, la cuestión es la molestia de ver pasar ante tus ojos la riada embravecida y el cómo va arrasando con todo lo que implique algún valor moral o institucional; es ver, como ya en otras tantas veces he manifestado, el avance desbocado del tigueraje y comportamiento barrial en todas y cada una de nuestras acciones como sociedad, principalmente en la farándula, medio de comunicación y en todo el accionar político. Como muestra podríamos referirnos –porque ya está detenido- al depravado Pablo Ross, aunque la cantidad que se pavonea en los medios atemoriza y avergüenza.

Hemos llegado quizás al punto culminante, donde en apariencia es imposible retroceder por el poco espacio que nos han dejado para maniobrar en contra de esta peste inmoral que nos han impuesto, cuando desde hasta las mismas entrañas del Estado se producen hechos culposos a los cuales se les ha camuflado el nombre para que siquiera sepamos que nos están robando, porque esta palabra es indecente y a la vez castigable. Solo hay que hablar de las construcciones desastrosas de edificios para albergar escuelas, toda una chapucería, y de las multas que impone la Digessett y quizás otros  secuaces desde un escritorio, a fin de repartirse “legalmente” un porcentaje del gran dinero que estas dejan.

Visitas Sorpresas para corregir los males sin que funcionario alguno responda penalmente por las mismas, lo cual ha erigido al Mandatario de la Nación como el predestinado que solo con su presencia aparecen el maná y la multiplicación de los peces, aunque todos sabemos muy bien que esto no es así. Todo se disloca para ocultar verdades que en su momento brotaran cual magma incandescente pero no de la boca del cráter de un volcán sino, de la boca y manos de todos los que están padeciendo estas indelicadezas. Hablan y distorsionan un supuesto o real subsidio a la tarifa eléctrica por parte del gobierno pero ocultan exprofeso, al igual que los peajes sombra, la cantidad exclusiva de los beneficiarios ocultos de esta acción.

Todo el aparato gubernamental parece un motor desvencijado, sin coordinación entre los cilindros y del sonido de las válvulas ni hablar. Y lo peor es que lo escuchan y lo sienten pero les importa un comino, han roto con todo lo que se pueda llamar armonía, eso que constituye la vida en sí. Es esa compenetración y articulación entre las diferentes causas y elementos; la relación entre prudencia y osadía; cobardía-valentía; lentitud y rapidez; adelantar o retroceder son parte de las grandes diferentes y variados elementos combinados los que en esencia constituyen vivir en armonía, la cual no se puede romper, porque en ese momento se trunca el movimiento natural y se impone el caos. ¡Sí señor!



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