De seguro te manejas con esas ideas de lo que es bueno o malo. Los seres racionales e incluso aquellos que actúan por instinto pueden diferenciar lo que es bueno o malo para ellos y su sistema.
Reaccionamos con “la risa o el llanto” dependiendo de nuestras propias creencias. Con frecuencia nos sentimos juzgados por la escala de valores de otros y algo que hicimos desde la buena intención para otra persona o grupo resultó algo malo.
Bert Hellinger, padre de las constelaciones familiars, dijo: “Lo bueno y lo malo depende de los valores de un grupo específico… la base del conflicto es la buena conciencia, y la buena conciencia está al servicio de la supervivencia de un grupo a expensas de cualquier otro grupo”.
Es decir, que cuando pertenecemos a un grupo, nos vemos forzados a actuar como los de ese grupo, familia o sociedad; de lo contrario corremos el riesgo de ser excluidos.
La buena conciencia de la que habló el terapeuta se refiere a que debes actuar sí o sí como el grupo lo ve correcto, aun cuando tú estés en desacuerdo. Cuando no estás de acuerdo con repetir los mismos patrones que tus padres, tíos, hermanos, abuelos y demás, te estás convirtiendo en la mala conciencia.
El precio que con frecuencia pagan aquellos que aceptan seguir su propio destino y hacerlo de manera diferente es, muchas veces, hacer su camino en solitario. Y también está bien, porque nada es bueno o malo. Para todo hay una mejor manera de hacerlo.
Si ese es tu caso y estás preparada/o, busca un ejercicio corto que publicaré al final del día en mis redes sociales. Sígueme y te acompaño a recorrer tu camino en armonía interna desde el amor.