Cuando el río suena

Cuando el río suena

Cuando el río suena

Para los que saben leer entre líneas la declaración de Hipólito acerca del desempeño de Eduardo Estrella y Alfredo Pacheco en las presidencias del Senado y de la Cámara de Diputados, respectivamente, ha causado una gran desazón entre los aspirantes a instalarse el 16 de agosto como titulares en ambas cámaras.

Y no es que la palabra del Guapo de Gurabo sea infalible, es lo que deja ver en el fondo de la olla: un mensaje al presidente Luis Abinader para que no haya un cambio de caballo en este poder del Estado, o que ha habido un “conversao” político acerca de la gobernanza en el Congreso Nacional y la conveniencia de conservar las buenas relaciones entre estos dos poderes.

El precedente

Las declaraciones de Hipólito han traído a la memoria el trago de trementina que le dieron a Leonel Fernández cuando negoció el apoyo a un cuadro de Danilo para la presidencia de la Cámara de Diputados a cambio de que en el período siguiente fuera apoyado uno de los suyos. Se quedó con el moño hecho.

¿Por qué arriesgó Medina en aquella ocasión la unidad de su partido por mantener a uno de los cuadros de su grupo al frente de los diputados? Porque con uno de los suyos tenía garantizada la fluidez de las relaciones entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, que es fundamental para canalizar las iniciativas del Gobierno.

Y ahora es lo mismo: Luis Abinader tiene la garantía con la dupla Eduardo Estrella—Alfredo Pacheco y no la arriesgará, no importa quién aspire. Total, no le ha prometido matrimonio a nadie.



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