Muchas veces nos preguntamos ¿Pero Dios mío y qué es lo que pasa conmigo, mientras más clamo más difícil se pone el asunto? ¡Tal pareciera que no me oyes! Eso es lo que el enemigo de las vidas quiere sellar en nosotros, pero no es así, el Señor tiene un plan para cada uno de sus hijos y sabe a la perfección qué tenemos en nuestro corazón, conoce nuestra necesidad y lo que somos capaces de dar y hacer, ahora bien, es necesario entender y dar el paso de fe para ser sus hijos.
En la porción del Salmo 139:16, el salmista David expresó ¨Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas¨, Dios nos conoce al detalle, el problema estriba en que queremos situar a Dios bajo nuestros parámetros y se nos hace cuesta arriba entender que sus pensamientos no son nuestros pensamientos y que El decreta en el cielo y ejecuta aquí en la tierra, pero esto es imposible asimilarlo sin fe.
La relación con Dios debemos situarla de la forma en que miramos a nuestros padres cuando somos niños, nuestra confianza en su amor por nosotros es tal, que no importa si nos pegan por algo o nos ponen de castigo, al poco tiempo nuestros ojos cambian las lágrimas por una mirada de amor, pues confiamos plenamente en todo lo que hacen.
Si nos vamos a la vida de muchos personajes en la biblia nos damos cuenta que para Dios, el tiempo del cumplimiento de un propósito en la vida de sus hijos no tiene la misma connotación nuestra, el objetivo es lo primordial.
Tenemos múltiples ejemplos de su accionar en ese sentido, podemos mencionar a José y todo lo que tuvo que pasar (que sus hermanos lo quisieran matar y lo vendieran a los ismaelitas, que cayera preso y se convirtiera en un esclavo en Egipto, luego de haber sido el hijo mimado de su padre) ¡cuánto le había cambiado la vida a José!, pero la visión de Dios para él iba mucho más allá de lo que pudiera imaginar, no solo en lo particular, el propósito per se era librar al pueblo de Israel de la hambruna que se avecinaba y aún más allá.
Este propósito fue continuado con Moisés, quien tuvo que pasar de ser el sobrino amado de Faraón, a pasar 40 años desterrado en el desierto para que en él se cumpliera el plan de liberación del pueblo de Israel de la esclavitud, Moisés había nacido para ser el instrumento de su liberación.
La vida nos muestra diferentes facetas, no importa cuán difícil sea nuestra situación o que tan bajo (a nuestros ojos) hayamos caído, depositemos nuestra confianza y esperemos en él. Dios nos ama y tiene un proyecto hermoso para nosotros, pidámosle que nos lo revele.
José, Moisés y muchos otros tenían algo en común….habían decidido depender de Dios, tenían una relación de amor y obediencia al Señor y sabían quién era el Todopoderoso, y es que cuando Dios tiene un plan para nosotros…nada lo detiene!