
La comunicación gubernamental en el sector salud atraviesa una crisis de foco y dirección. Las notas oficiales llegan a las redacciones de los medios como una lluvia interminable de comunicados mal redactados y carentes de contenido relevante. Da la impresión de que la estrategia consiste en saturar los periódicos y portales digitales con mensajes laudatorios, sin discriminar entre lo verdaderamente importante y lo superficial.
A lo anterior se suma una colocación publicitaria errática y descontextualizada. Las campañas se enfocan casi exclusivamente en los grandes grupos mediáticos, ignorando a los espacios pequeños y a los periodistas especializados que construyen, día a día, la percepción pública sobre la salud. Son estos actores, los “carpinteros” de la opinión sanitaria, quienes realmente marcan tendencias y generan debates. Sin embargo, el esquema actual, heredado de gobiernos pasados desde la época de Trujillo, perpetúa una visión centralista y populista que desperdicia oportunidades valiosas.
Las autoridades prefieren reunirse únicamente con los grandes grupos mediáticos, dejando de lado a los periodistas y líderes de opinión especializados en salud. Los encuentros se limitan a eventos sociales, desayunos, almuerzos y rifas en épocas festivas, donde el protagonismo es la parafernalia y no la información.
La estrategia comunicativa parece consistir en enviar una “diarrea” de notas de prensa, muchas veces insulsas, sobre temas tan triviales como la instalación de un termómetro en algún hospital. Se ignora la importancia de construir contenidos verdaderamente informativos, de valor. Además
En los grupos de periodistas especializados en salud, la saturación de notas oficiales genera hastío e indiferencia. La comunicación gubernamental se ha convertido en una “infección” de comunicados sin dirección ni impacto real.
Es momento de hacer un llamado de alerta: urge que los responsables de la comunicación en el sector salud aprovechen a los verdaderos profesionales y periodistas de sus nóminas. Es necesario diseñar y ejecutar una política estratégica de comunicación que sea coherente, enfocada y eficaz, capaz de informar, educar y generar confianza en la ciudadanía.
El sector salud merece una comunicación que priorice la calidad sobre la cantidad, que dialogue con los actores clave y que aporte valor real a la discusión pública. Continuar con el esquema actual solo perpetúa el ruido y la desinformación, en detrimento de la salud pública y la credibilidad institucional. El reto está planteado: transformar la estrategia comunicacional para que la información sirva realmente al interés colectivo.