Cristo Rey, cementerio modelo

Santo Domingo.-El Día de las Madres ayer en el Cementerio de Cristo Rey parecía una “fiesta de color”, por la cantidad de personas que acudieron a visitar a sus progenitoras ausentes.
En medio del dolor que embargaba a muchos deudos, estos reconocieron el cambio positivo que registra ese camposanto, en cuanto a limpieza, servicios humanitarios, seguridad y el arbolado.
A Jeimi Diaz le tocó el trago más amargo del escenario, porque justamente ayer tuvo que sepultar a su madre María Altagracia Ortiz, quien falleció el pasado sábado dejando un gran vacío familiar.
“Ay mi vieja, ya no la tengo… déjenme darle un último abrazo”, lloraba de forma inconsolable la joven del sector del sector Simón Bolívar.
La generalidad fue a rendir tributo a sus madres, a quienes calificaron como el ser más entrañable. A diferencia del conglomerado, doña Mery Inoa, de 60 años de edad, fue a visitar la tumba donde yacen sus dos hijas idas a destiempo, fruto de una miningitis y un ataque al corazón.
“Hoy es un día muy triste para mí, ellas eran pedazos de mi corazón”, comentó Inoa, quien pintaba ella misma la tumba de sus hijas, su padre y una hermana.
Al igual que estas, Olga Josefina Abreu, Domingo Monegro y Yolanda Sánchez Franjul definieron a sus madres como lo más sagrado que han perdido.
Allí, el diácono de la parroquia San Pablo Apostol, Blasimino Mera, quien ofreció una misa con motivo del Día de las Madres y de la Santísima Trinidad, recordó que el tributo a las madres no debe limitarse a la ocasión.
Para él es valioso el trabajo que se lleva a cabo en el cementerio, donde afirma hay más seguridad y mejores condiciones. Sin embargo, deplora los antivalores que registra la sociedad, como ejemplo citó el que jóvenes entierren a sus amigos tomando cervezas y con música estridente.
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