Los resultados de las elecciones al parlamento europeo del domingo 25 de mayo en Grecia y España parecen expresar dos formas y etapas de crisis de los respectivos sistemas políticos.
Se trata en ambos casos de votaciones obtenidas por fuerzas políticas a la izquierda de los tradicionales partidos socialistas o socialdemócratas.
En Grecia, la Coalición de Izquierda Radical (SYRIZA) aparecía como clara favorita en la mayoría de las encuestas. Se trata de una nueva fase de una crisis o transición del sistema político que todavía no está claro cómo terminará, aunque todos los análisis actuales parecen indicar que esta coalición podría alcanzar mayoría parlamentaria por sí misma o mediante alianzas en las próximas elecciones generales o parlamentarias en ese país.
El caso español es distinto. Aunque el gobierno conservador retuvo una precaria mayoría, la votación a la izquierda del PSOE se ha multiplicado varias veces, con un incremento en los votos tradicionales de izquierda y la entrada en escena de una fuerza política nueva, muy vinculada a las propuestas, demandas y estilos derivados de las movilizaciones de indignados, lo que se conoció como el 15M.
PODEMOS es una nueva fuerza política, que en apenas 4 meses y con un estilo político muy novedoso, alcanzó 1 millón doscientos cincuenta mil votos, alrededor de un 8% de la votación total.
Esto en un contexto en el que entre el PSOE y el gobernante Partido Popular perdieron más de 5 millones de votos respecto de las europeas anteriores.
Se afirma que la dinámica política iniciada por este nuevo movimiento ha abierto una crisis en el bipartidismo que predominaba en España y que se inicia un período de segunda transición. O de primera ruptura, como ha propuesto uno de los dirigentes de la formación de izquierda que propone sustituir la monarquía por la tercera república.