Bloomberg News.-La crisis crimea podría modificar la política petrolera acelerando la iniciativa de Rusia de enviar más barriles a China, dejando a Europa con importaciones más costosas y aumentando la dependencia de Estados Unidos del combustible de Oriente Medio.
China ya ha acordado comprarle al gobierno del presidente Vladimir Putin más de US$350 millones de crudo ruso en los próximos años. Los vínculos probablemente se profundicen en tanto EE. UU. y Europa imponen sanciones a Rusia como castigo por la invasión a Ucrania.
Estos cambios serán difíciles de sobrellevar. Europa, que recibe alrededor del 30 por ciento de su gas natural de Rusia, tiene pocas alternativas inmediatas viables. EE. UU., incluso después del auge del esquisto, debe importar el 40 por ciento de su petróleo crudo, 10,6 millones de barriles diarios que hacen que el país sea vulnerable a los mercados mundiales.
Las alternativas a Rusia también conllevan significativos desafíos financieros, ambientales y geológicos. Las arenas bituminosas de Canadá contaminan más que las alternativas más tradicionales, mientras que los prometedores yacimientos de esquisto de Polonia aún no han sido explotados.
Los mayores descubrimientos de petróleo de la última década están atrapados bajo aguas de kilómetros de profundidad frente a las costas de Brasil y África occidental.
El mayor problema que enfrentará Europa será un precio del gas más alto en tanto su demanda energética dependa de Rusia.