La crisis europea ha puesto en tela de juicio la estabilidad de la moneda común. Pero más aun, ha derrumbado otrora milagros económicos como fueron el celta y el español. La verdad ha quedado al desnudo y no hay demagogia política que pueda ocultar la cruda realidad que están viviendo la gran mayoría de estos países e Italia no es la excepción a la regla.
El 13 de noviembre de 2011 el economista y profesor Mario Monti fue encargado por el presidente italiano Giorgio Napolitano de hacer un gobierno tecnócrata alejado de los vicios y escándalos tanto políticos como personales de su antecesor Il Cavaliere Silvio Berlusconi, pero todos estos bríos podrían desaparecer ante el reciente anunció de su postulación para ser candidato a las elecciones del próximo año, acompañado del anuncio de renuncia de Monti lo que ha avivado la tensión política en Italia.
La suma de estos dos anuncios provocó el inmediato colapso de la bolsa de valores de Milán y disparó el diferencial del bono italiano en comparación con el bono alemán de referencia en más de 350 puntos, indicando el claro descontento de los mercados ante la posibilidad del regreso al retroceso encarnado por el atípico Berlusconi, al igual que la salida a destiempo del técnico Mario Monti al frente de las riendas de la nación, en momentos claves donde la sensatez debe primar en la clase política italiana.
La apremiante situación no es para menos: el cierre de empresas, el aumento del desempleo, incremento de los impuestos, empobrecimiento de las familias y la paulatina extinción de la clase media. Y si a eso le sumamos la falta de determinación de parte del poder ejecutivo para emprender las reformas estructurales que hacen falta para sacar la economía adelante, hace imposible iniciar la senda de la recuperación.
El país se encuentra inmerso en una profunda crisis donde la incertidumbre esta a la orden del día, recrudecida por el miedo del posible retorno de Silvio Berlusconi y la falta de un liderazgo emergente que pueda alzarse con el control del país. Monti por su parte si desea repetir en el cargo debe hacerlo ganando el voto popular en las urnas, situación que no es fácil al no contar con el apoyo de un partido político de importancia.
Italia debe alejar el fantasma de la incertidumbre, de la crisis económica y política para poder relanzar el anhelado estado de bienestar. El pueblo está cansado que se le siga cargando el dado, mientras el ciclón Berlusconi amenaza con arrasar con lo poco que se ha logrado en materia económica y política, luego del desastre del año pasado.