Honda pena y un inmenso e inconmensurable dolor patriótico sufre y conmociona a República Dominicana ante la partida del insigne guardián de los valores cívicos y republicanos, don José Joaquín Pérez Saviñón.
Nunca tuvo descanso en su ardua misión al frente del Instituto Duartiano. Siempre en defensa de la República, libre e independiente, que nos dejó Juan Pablo Duarte.
Nunca se doblegó. Sorteó años difíciles. Se impuso ante gobiernos oscuros y tormentas de perjurios contra los impolutos valores de la nacionalidad.
Misión cumplida, don José Joaquín Pérez Saviñón. El país y los buenos y verdaderos dominicanos rinden honor a su gran obra patriótica y el acrisolado tesoro de su legado. La antorcha del relevo está en manos seguras, que prometen mantener viva la llama patriótica de la que fue su más ferviente y riguroso centinela.
Vaya en paz en su nuevo camino, don José Joaquín. A su familia, resignación y nuestro más sentido pésame. Y de igual forma extendemos un abrazo fraterno a esa patriótica familia que cultivó en el seno del Instituto Duartiano durante varias décadas.