El Día 
La credibilidad es ese algo que tienen algunas personas o cosas para que el resto de la gente crea en ellas.
Eso lo dijo Fulano, entonces debe ser verdad; La garantía de ese electrodoméstico la ofrece la tienda Tal y Cual, entonces puedes confiar en ella; La investigación es realizada por el Departamento Equis, entonces llegará a buen término.
Esos son ejemplos de credibilidad aplicados a diferentes situaciones.
Para un periódico o una radiodifusora, por caso, la credibilidad es su mayor activo, su mayor tesoro. Lo peor que puede pasarle a un medio de comunicación es que el público no crea lo que lee o escucha. Del mismo modo ocurre para una institución pública o privada.
El otro día un periódico local publicó una fotografía en la cual aparecían los jefes y directores de diversos organismos de investigación y mantenimiento del orden público, departiendo como buenos amigos en un restaurante, para que los viera todo el mundo. Pero la gente olfateaba algo raro, porque es vox pópuli que los funcionarios allí reunidos tienen entre sí grandes diferencias institucionales y personales. La publicación de la foto de marras no surtió el efecto buscado. Faltaba credibilidad.
El país, por su parte, le está dando un atento seguimiento a las investigaciones que se llevan a cabo en torno a las actividades del narcotráfico y el lavado de dinero, y nota una especie de sospechoso tirijala entre las instancias actuantes. La gente no sabe a quién creerle. Falta credibilidad.
¿A quién creerán las máximas autoridades de la República? ¿Dónde estarán, a juicio de nuestros gobernantes, los parámetros de credibilidad que les sirven para determinar a quién le creen y a quién no?
¡Vaya usted a saber!
