Tradicionalmente nuestro país viene midiendo su crecimiento económico por medio del índice del Producto Interno Bruto (PIB), que es el conjunto de bienes y servicios producidos por el país anualmente.
El crecimiento anual de nuestro PIB en la última década ha sido uno de los más altos no solo de la región, sino del mundo.
Diversos sectores de opinión vienen cuestionando este índice puesto afirman no mide el bienestar de las personas, ya que consideran que tal crecimiento no le llega a amplios sectores de la sociedad.
Recientemente, el laureado profesor y premio Nobel en ciencias económicas, Joseph Stiglitz ha publicado un artículo resaltado por el Foro Económico Mundial (WEF), en el cual basándose en la Alianza Económica del Bienestar y trabajos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), cuya misión es promover políticas que mejoren el bienestar económico y social de las personas alrededor del mundo, argumenta que un mejor sistema de medición sería aquel basado en un concepto más amplio del bienestar.
Para ello se construyó un marco que contempla los factores de calidad de vida, como salubridad, educación y destrezas, conectividad social, calidad ambiental, y seguridad personal, entre otros, que a su vez se reflejan en condiciones materiales como ingreso y riqueza, empleo y vivienda.
El mismo contempla los recursos para asegurar nuestro bienestar futuro, que incluyen el capital humano, capital económico, capital social y recursos naturales.
Amén de que nuestras autoridades inicien la discusión que considere si no sería más conveniente para el país adoptar una matriz similar a esta como complemento de la medición del PIB, tal matriz les ayudará en la formulación de políticas públicas.
Inclusive, sería un soplo de aire fresco el que la oposición política se concentre en temas como este, e inclusive en el desarrollo de un modelo alterno, en vez de las estériles acusaciones, trasfuguismo y demás triquiñuelas que caracterizan la politiquería dominicana.