En el escenario actual de la epidemia por la enfermedad del coronavirus (COVID-19) que ha llegado a la subregión del Caribe tras registrarse el primer caso confirmado en la República Dominicana, tanto el Ministerio de Salud (MSP) y el Servicio Nacional de Salud (SNS) están compelidos a proceder con la selección de un equipo de voceros autorizados.
En el mejor de los casos, aparte del Ministro de Salud y el director del SNS, conformarían el equipo de voceros por el Ministerio el viceministerio de Salud Colectiva y los titulares de las direcciones de Epidemiología, Centro de Enfermedades Tropicales y Transmisión por Vectores y Dirección Nacional de Emergencias. Por el SNS, entre otros, los directores del Nivel Desconcentrado de Gestión o Servicios Regionales de Salud (SRS) y los Provinciales de Salud (DPS) así como los directores de los hospitales del primer, segundo y tercer nivel, quienes en lo inmediato podrían sentir el asedio por demanda mediática de información.
Por las razones que se citan más adelante, en las capacitaciones que se impartirían de cara a la respuesta ante la llegada de pacientes con sintomatologías comunes a las del coronavirus, en la actual coyuntura no se debería desdeñar ni siquiera a los médicos generales ni a los pasantes que están destacados y/o cursan pasantía en centros de atención primaria y diagnósticos o del primer nivel de atención, clínicas rurales y consultorios comunitarios.
Esto significa que ambas instancias, MPS y SNS cuidadosamente abrirían el abanico para no saturar al público ni a los medios de comunicación con la comparecencia a entrevistas o a dar declaraciones de muy pocos interlocutores. Pero deben hacerlo corriendo el mínimo de riesgo de desinformar a la población o que a ésta le falte información o le llegue distorsionada.
La «apertura» del abanico de vocería obedecería, asimismo, al interés de aplicar los tres principios fundamentales de la comunicación para la salud, como condición sine qua non para lograr el cumplimiento del principal deber del Estado en cuanto a protección y garantía de la salud colectiva, lo cual se hace más factible, si se logra sumar la participación de las comunidades en la salvaguarda y promoción de sus propios procesos de salud. Esos tres principios son, a saber:
1.- Información suficiente (completa, la necesaria).
2.- Información oportuna (a tiempo);
3.- Información transparente (veraz, creíble, confiable…).
En todo caso, tanto el MSP como el SNS entrenarían a sus respectivos equipos de voceros, concomitantemente con el suministro de herramientas informativas que de manera permanente se actualicen en torno al curso de la epidemia del coronavirus; y con técnicas de relacionamiento y conducción del vínculo con los medios de comunicación.
Ambos organismos, en sus respectivos roles como entes rector-regulador del sector salud y como prestador directo de servicios al ciudadano o usuario (Ley 123-15 sobre separación de funciones) deben tener por seguro que una vez declarada la presencia de la enfermedad en el país, así sea con un solo caso, la próxima fuente de información sobre la cual legítimamente se volcarán los reporteros y medios de comunicación, no serán exclusiva ni necesariamente los funcionarios del nivel de toma de decisiones sino que lo serán, en el mismo orden de pirámide invertida descendente jerárquica (sí, así, como se redacta la noticia) los hospitales, las DPS, los SRS y las comunidades.
Y es natural que así lo hagan, en busca de la información contundente, fresca, original, no procesada, en los centros de salud de cualquier nivel y ubicación, porque sería allí donde se acogería a los enfermos y, por consiguiente, donde se verían y contarían los posibles casos. Y hay que saber que una eventualidad como ésta última sería para ellos dar un palo periodístico.
Así, pues, la iniciativa del Ministerio y el SNS sería una respuesta de competencia gerencial de calidad en materia de Comunicación Estratégica ante la apertura del fenómeno de la mediación hipermedia, combinando la tradicional (radio, televisión y prensa) las redes sociales, los «digitales» y la transmisión con otros recursos de la tecnología de la comunicación en tiempo real, teleconferencia, «scaypel» y el denominado periodismo ciudadano.
Hay que recordar que en cualquier lugar, por distante que ése se encuentre de los grandes centros urbanos, puede existir un bloguero, haber un ciudadano con su dispositivo inteligente interesado en «informar». Tampoco hay por qué olvidar tampoco que con la interconexión mediática que facilitan las redes sociales, modernamente no existen los medios pequeños ni aislados. Ellos buscan la información en cualquier lugar y la diseminan con pasmosa rapidez.
Así pues, está echado el reto en materia de gestión en comunicación estratégica a través de los medios masivos tradicionales y alternos no propios de ambas instituciones.