Cosas veredes, Sancho, que harán fablar las piedras. Así decía don Quijote a su escudero, y así repetimos todos cada vez que nos encontramos ante algo sorprendente o inesperado.
En esta ocasión mi admiración proviene de un hecho aparentemente intrascendente, pero que nunca pensé ver en mi vida.
¿Quién me iba a decir que en la China continental, la China comunista, la China de Mao Tse Tung, se impondrían el Mickey Mouse, el Pato Donald, Peter Pan, Blanca Nieves, el perro Pluto y todos los personajes de Walt Disney, deleitando a miles de chinitos al igual que lo han hecho en escenarios occidentales?
Pues sí. La noticia la leí en la revista China hoy, un órgano oficial de la República Popular China que se publica en diversos idiomas, y que da cuenta de que el mes pasado se iniciaron en Shanghai los trabajos de construcción de un gigantesco proyecto Disney, con una inversión de 24,500 millones de yuanes.
La obra, que será terminada en cinco años, conjugará la fantasía propia y original de Disney con la peculiaridad y la belleza de los elementos chinos.
Como puede advertirse, hablando la gente se entiende, como se entienden a la hora de hacer negocios las dos mayores economías del mundo, por encima de sus diferencias ideológicas.
Cosas veredes, Sancho.