Por: Dra. Patricia Acra
El Presidente de Francia, Emmanuel Macron, el 4 de marzo del 2024, hizo historia al introducir una ley que le otorgó al aborto el estatus de “Derecho Constitucional”.
Una madre podrá optar libremente por el aborto en cualquier etapa de su embarazo, desde el inicio de la gestación hasta el momento del parto, cuando se podrá eliminar al bebé por decapitación al exponer su cabecita por el canal vaginal.
Se introduce entre sus vértebras cervicales un catéter y se aspira todo el cerebro. (https://www.abortionprocedures.com/) Lo más penoso de esta ley es que condena la “Objeción de Conciencia”, de manera que, si un médico éticamente no está de acuerdo en realizar el aborto será condenado.
La reacción no se hizo esperar, el 10 de abril, los Eurodiputados de la Unión Europea, consideraron que ese mismo Derecho Constitucional al aborto debe también incluirse en la Carta de los
Derechos Fundamentales de todos los países de la Unión Europea. Igualmente, el Presidente estadounidense, Joe Biden, en su discurso anual ante el Congreso sobre el Estado de la Unión, basó buena parte de su intervención en la defensa del aborto y, de salir electo, prometió instaurarlo como “Derecho Constitucional”.
Como vemos, la actitud frente al aborto está más estrechamente ligada a la afiliación política que al fundamento biológico de que hay un ser humano genéticamente completo e independiente desde el mismo momento de la concepción, y a pesar de que los dos términos más defendidos de los derechos humanos — La libertad y la vida—son los mismos que enfrenta aquí la muerte.
En el año 2023, el aborto estadísticamente representó la causa de mortalidad número uno en todo el mundo, no solo más que el Covid-19, más que enfermedades cardiovasculares, infecciosas, malignidades, sino ¡más que todas las ellas juntas!, con un valor sin precedente de más de 73 millones de vidas perdidas.(Abortion Was the Leading Cause of Death Worldwide in 2023, Killing 73 Million People – LifeNews.com)
La agenda globalista, en su deseo de controlar la sobrepoblación, junto a la legalización del aborto han introducido la Eutanasia (o “muerte digna”) al panorama legal, ya aprobada en Ecuador, Colombia, Bélgica, Luxemburgo, Países Bajos, Canadá, España, Portugal, Nueva Zelanda y Australia.
Sumado esto a su activa promoción de la cultura “Woke” que, con el slogan “Nacidos en el Cuerpo Equivocado”, el bombardeo a esta nueva generación hacia una sexualidad temprana y confusa a través de la Educación Sexual Integral en los colegios, los dibujos animados, películas, música, redes sociales, juguetes infantiles, ropa y zapatos, etc… ha logrado que la cifra de niños y jóvenes en busca de hormonas y cirugía transgénero haya aumentado exponencialmente.
Un estudio del 2017 documentó que 15, 172 pacientes (edad de 6-17 años) reportó sufrir de disforia de género. Apenas cuatro años después, en 2021, el número dio un salto a 42,167 pacientes… ¡lo que representa un aumento excesivo de un 277%! (https://www.reuters.com/investigates/special-report/usa-transyouth-data/ ) Penosamente, detrás de una falsa promesa de liberación, esos jóvenes quedan esclavizados a tratamientos médicos costosos y de por vida, sin llegar nunca a alcanzar el propósito de su arriesgada acción.
¿Hacia dónde se dirige la humanidad si no detenemos esta agenda? Me pregunto, y encuentro una sola respuesta: A la muerte de la familia y de la sociedad tal como la conocemos.
La primera mentira de la serpiente, procurando romper la Ley de Dios e iniciar el camino de desvío de la humanidad, fue un acto de “empoderamiento de la mujer”. Se acercó a Eva para convencerla de que le convenía aceptar lo que él les proponía: desobedecer la Ley de Dios y probar el fruto prohibido, asegurándoles que “le serán abiertos sus ojos, y serán como dioses, conocedores del bien y el mal”.
(Gen. 3, 4-5). Y la mujer cayó y comió… y le dio a probar a Adán, quien también comió… Con este acto, la humanidad levantó su primera “bandera de orgullo” al darle la espalda a Dios para creerse ellos mismos dioses… ¿y cómo terminó esa historia? Resultó como bien sabemos, que era todo un engaño. La serpiente en realidad no deseaba el bien de Adán y Eva, deseaba solo lograr que pasaran del absoluto bien donde se encontraban, al miserable territorio de su dominio y control.
Esa misma invitación a romper con la Ley de Dios, “único camino verdad y vida” (Jn. 14,6) es la que se evidencia en nuestros días: El globalismo ha querido “re-crearnos” con las cirugías trans cuando Dios “hombre y mujer nos creó” (Gen 1, 26-27); se justifica el aborto libre y la eutanasia cuando Dios indica: “No matarás” (Ex. 20, 13); los padres, en vez de “Honrarlos” (Ex. 20, 12; Ef. 6, 2), los han convertido en un obstáculo “opresor” para otorgar autonomía a los hijos, aun menores, para acceder al aborto, hormonas trans e incluso a cirugía de reasignación de sexo, sin el consentimiento de ellos. (https://www.infobae.com/salud/2023/05/11/reasignacion-de-genero-en-menores-cual-es-el-impacto-psicologico-y-social-de-esta-modificacion/)
Cada época histórica tiene sus errores de los que nos libramos gracias a los gobiernos que no se dejaron engañar, que no doblaron sus rodillas ante las ideologías del momento, y que, a pesar de ser inicialmente rechazados, resultaron convertirse con el tiempo en los héroes de la historia de la humanidad.
Este 19 de mayo, la estabilidad de nuestro pueblo y de las generaciones por venir depende de tu respuesta y de la mía ante esas urnas. Debo insistir, sobretodo en estas elecciones, con la Agenda globalista 2030 acortando sus pasos y con el proceso del Código Penal aún abierto, debemos asistir a las urnas y votar conscientemente a favor de aquellos que defiendan el camino de la verdad.
Tomémonos el tiempo de revisar las propuestas de nuestros candidatos en la plataforma “Vota Bien” (https://votabien.org/), y no vayamos detrás de agendas y banderas de colores que prometen falsa democracia, sino con la sabiduría y la certeza de que nuestra Nación Dominicana se mantendrá con su bandera bien en alto, esa que al ondear nos grita: Dios, Patria y… ¡LIBERTAD! Que así sea…