Hay conversaciones incómodas. Esas que tratas de evitar a toda costa porque sabes que no vas a salir indemne de ellas. Palabras que hay que decir pero que se acompañan con sentimientos que llegan a ahogarte hasta el alma. Creo que son necesarias, que escapar de ellas es postergar lo inevitable.

Hay que tener valor, autoestima y capacidad de empatía para llevarlas a cabo. Siempre tratar de hacerlo sin buscar el enfrentamiento, aunque no siempre sea posible y ante todo con calma, con inteligencia y sobre todo con la búsqueda de poner un cierre.

Cerrar esos capítulos que vas arrastrando en cualquier faceta de tu vida no sólo es liberador, es profundamente necesario.

Esas conversaciones que tratas de apagar van a ir contigo allá donde vayas y, al final, tarde o temprano van a surgir y en ocasiones hasta se manifiestan con malestares físicos. Si todo fuera sencillo en esta vida no nos hubieran regalado la capacidad de pensar y de sentir.

Si todo fuera maravilloso en esta vida, no seríamos seres humanos, seríamos máquinas. Aunque hoy en día nos quieran transformar cada vez más en eso.

Hay que enfrentar siempre los retos con el convencimiento de que se puede avanzar, se pueden cerrar capítulos y ante todo se pueden tener conversaciones con otras personas que lleguen a un entendimiento o, por lo menos, a un punto final.

Creo que huir de aquello que no queremos enfrentar es arrastrar el problema y que se convierta en algo eterno que va a influir en lo que eres, haces y sientes.

No es fácil, lo sé perfectamente, pero lograr mirar a alguien y decir aquello que es profundamente necesario decir es una forma de liberación única que a la larga y mirando hacia atrás descubrirás que fue la mejor decisión en el momento justo.