Desde que la semana pasada el presidente Luis Abinader anunciara el levantamiento de las restricciones por el Covid-19, lo llamativo ha sido que mucha gente ahora deambulan por las calles con la reclamada mascarilla cuando la pandemia era una amenaza, no ahora que se registra una caída significativa en el registro de las defunciones y en los contagiados.
Es decir, que la gente ha tenido una reacción adversa a lo que esperan las autoridades, que iban a producirse una estampida en los lugares públicos y cerrados de ciudadanos en total desamparo de la debida protección.
Lo que ocurre es que el mensaje del levantamiento de las restricciones, como el uso obligatorio y de la jornada de vacunación, ha sido asumida de manera contraria, por lo menos en cuanto al tapabocas, ya que el presidente Abinader había advertido que la salvación era individual, aunque no lo dijo con esta premisa.
Inoculación
Aunque ya había un desánimo entre los ciudadanos sobre la jornada de vacunación, la verdad es que la medida del gobernante ha agravado la situación en los centros habilitados, ya que la vacunación es un asunto de cada quien y no se reclamará la tercera dosis para entrar en lugares públicos y privados.
Lo que es lo mismo: que la gente haga lo que quiera, y esto mismo se ha visto en los centros, ya que se advierte que una gran cantidad de dosis podría dañarse si la población mantiene la resistencia a protegerse al virus.
La gente, tal parece que ha sido así, no ha entendido que aún existe el peligro del contagio y hasta de perder la vida.