Al leer su escrito en Los Buenos Días de esta mañana me escribe el buen amigo Antonio Ocaña- quiero sumarme a lo expresado por la señora que se queja por los ruidos de los liquor store.
En mi caso vivo en Arroyo Hondo, cerca del destacamento de la Policía Nacional, entre Cuesta Hermosa 1 y Cuesta Hermosa 2.
Los fines de semana la bulla, digo bulla pues eso no es música, que emiten los altoparlantes de algún colmadón no me permite ni escuchar la TV.
Debo añadir que en adición a ese colmadón también hay una o varias iglesias -o congregaciones religiosas de cultos que desconozco- que con sus altoparlantes y diciendo frases como huelo el sulfuro o el diablo viene o viva Cristo o esos terribles aleluyas suenan tan alto como los colmadones.
Es un irrespeto total que ya sea por creencias religiosas o por cualquier otro motivo se irrespete la paz de todos los ciudadanos que viven cerca y no tan cerca de estos sitios.
Sé prosigue- que es arar en el desierto pretender que quienes tienen la responsabilidad de garantizar la tranquilidad y la paz de la ciudadanía actúen; sin embargo, no puedo callarme más.
Por otra parte, y recordando un email que le envié hace unos meses, hoy he visto en la prensa que el Gobierno castigará de nuevo a la ciudadanía para entre otras cosas obtener el 4% para la educación sin disminuir sus gastos.
Me he tenido que reír, pues según lo que he leído ese dinero se usará en construir y mejorar instalaciones físicas de algunas escuelas y eso era precisamente lo que me temía, cuando le decía que no es solo exigir el 4%, sino definir en qué se utilizaría dicho dinero.
En mi opinión es muchísimo más importante preparar a los maestros para que nuestros alumnos salgan de la escuela sabiendo escribir y habiendo realmente aprendido, en vez de que salgan de un edificio nuevo que seguro estará lleno de vicios de construcción, donde quienes lo construyeron simplemente se enriquecieron.
Tampoco esto me lo puedo callar, ya no quiero callar más.