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En Venezuela, la gente se apresura a gastar el dinero lo más rápido que puede, tratando de adelantarse a los aumentos de precios al consumidor que Bank of America Corp. estima que este año podrían alcanzar un 200 por ciento.
Sin embargo, dado que el aumento de la inflación diezmó el valor de la moneda venezolana, comprar con efectivo exigiría acarrear un fajo de billetes de 100 bolívares del tamaño de un ladrillo –no precisamente una buena idea en un país que tiene la segunda tasa de homicidios más alta del mundo.