El orgasmo es una descarga explosiva y gratificante de la tensión acumulada en el encuentro sexual y acompañado de intenso placer, en el cual hay cambios en todo el organismo (psicológicos, neurológicos, vasculares, hemodinámicos y hormonales.
Algunos de los cambios durante el orgasmo son: contracciones uterinas en la musculatura genital y alrededor, aumento de la congestión pélvica, aumento de la tensión arterial del ritmo cardíaco y de la frecuencia respiratoria, hormigueo en diferentes partes del cuerpo oleadas de calor, alteraciones de la conciencia y de la percepción del tiempo.
Puede presentarse una coloración rosácea en el rostro y en otras partes del cuerpo (rubor sexual o erupción del amor).
Las mujeres requieren mayor tiempo de estimulación que los hombres para alcanzar este orgasmo. Master y Johnson reportaron que los cambios viscerales y musculares que acompañan el orgasmo llegan a producirse mediante la estimulación de las mamas y los pezones.
Tanto en los hombres como en mujeres se liberan hormonas durante el orgasmo y cada una de ellas tiene su función. Una de ellas es la Oxitocina, que favorece la creación de lazos afectivos y además produce un aumento en las contracciones uterinas que impulsan el esperma selectivamente hacia la trompa de Falopio donde se encuentran el óvulo para ser fecundado por el espermatozoide contenido en el esperma.
El orgasmo tiene un efecto positivo sobre la salud en general y el bienestar de la persona, por lo que provoca conductas afiliativas y afectivas importantes para la pareja, familia y, por consiguiente, la sociedad.