John Dewey publicó el libro “El público y sus problemas”, en 1927. El texto representó sus conferencias en la Fundación Larwill del Kenyon, en Ohio (1926), se convirtió en uno de los mejores documentos sobre democracia como ideal social y, –por qué no–, como sistema de gobierno.
Hacemos mención del filósofo, educador y humanista estadounidense, quien ha impregnado de optimismo de democracia, y porque a toda costa hay que impedir que se oscurezca el proceso electoral con acusaciones y críticas que, en boca de los contendores, revele su fuente emocional en un tono “malhumorado y discriminatorio”.
El pasado miércoles 6 de diciembre, la Junta Central Electoral proclamó oficialmente el inicio de la campaña electoral para las elecciones municipales, que serán realizadas el tercer domingo de febrero del próximo 2024. La campaña electoral finaliza la medianoche del jueves 15 de febrero.
De acuerdo a la Ley 33-18, de Partidos Políticos, Agrupaciones y Movimientos Políticos, es importante que se conozcan los aspectos básicos de nuestra campaña electoral.
Tal como ha emitido el órgano electoral en una resolución, “la campaña será de manera exclusiva para los candidatos de los niveles de alcaldías, regidurías, direcciones municipales y vocales, así como también para las organizaciones políticas reconocidas, las alianzas, coaliciones y los movimientos de apoyo ciudadano”; también dice, llama a que los partidos, agrupaciones y movimientos políticos, a sus diferentes candidatos “a desarrollar sus actividades observando las normas éticas de la campaña electoral, así como las resoluciones previstas para los actos de campaña, la propaganda, los topes de gastos y los derechos y garantías dispuestas en la Ley 20-23 sobre Régimen Electoral.”
Justamente de eso reflexionó Dewey: de las bases sociales del público, de la comunicación y de la democracia. Esta relación es muy significativa y de mucho provecho como parte del proceso electoral, pues las sociedades en su evolución cada vez están deviniendo en comunidades democráticas. El gran público en los contextos actuales de la comunicación debe pensar, planear y elegir bien para revitalizar la democracia.
Las elecciones son un acontecimiento que permite un gran sentido de identidad. Por eso, las reacciones del público a la comunicación en democracia son de oídas, mentales, dialógicas; debe ser esencialmente una reacción que se relaciona a la conversación y debate cotidianos, transformando al público en voces parlantes.
¿Qué método propuso Dewey para que el público –los votantes–, pudiera sortear los obstáculos y tuviera la posibilidad de ser un público democrático? Es método fue la democracia como inteligencia.
Si voltean al pasado, cuando se acusó a la democracia de elegir la mediocridad de sus autoridades electas, fue por cuestiones en el campo de la comunicación con objetivos pesimistas.
Pero hoy, la actual JCE ha sido educadora y ha dirigido de un modo como no se había visto en años la regulación política y promoción de la participación ciudadana a través de diplomados especializados para “fomentar una relación permanente de la ciudadanía y los procesos electorales”.
Hasta ha exagerado en inteligencia y capacidad la formación de todos los miembros de juntas electorales, los miembros de las fuerzas vivas de la sociedad, particularmente comunicadores y periodistas, y, en general, el gran público: los ciudadanos.
Los resultados de esta inteligencia aplicada a la democracia, en armoniosa conjunción con los objetivos de las capacitaciones a cargo del IESPEC, pronto conocerá de sus frutos en un nivel más alto del interés público del país: el próximo 18 de febrero se disputarán un total de 2,292 cargos electivos; unas 158 alcaldías; 1,164 regidurías; 235 direcciones municipales y 735 vocales.