Santo Domingo.- El Congreso Cívico, parte integrante de la Coalición Democrática por la Regeneración Nacional fijó hoy su posición al nuevo gobierno que presidirá Luis Abinader y la política internacional, con la finalidad de que su administración tenga el mejor desempeño posible este campo.
El vocero del movimiento, Rafael Chaljub, destacó que la cooperación y la integración, en pos del beneficio recíproco y en un plano de coexistencia pacífica y de salvaguarda de la soberanía, deberán ser siempre el núcleo de la política internacional.
«Mucho más cuando el nuevo gobierno iniciará su mandato en momentos en que el mundo sufre el flagelo de una pandemia de magnitudes sin precedentes, que no puede ser enfrentada exitosamente sin la más activa colaboración entre los diversos países», manifestó.
Sin embargo, explicó que Abinader no podrá evadir algunos asuntos conflictivos o problemas propios con los cuales tendrá que lidiar.
En cuanto a las relaciones aseguró que es uno de los puntos neurálgicos en los vínculos internacionales dominicanos, con el que es indispensable mantener unas relaciones cálidas y fraternales, sin dejarse influenciar por las tendencias a la xenofobia y los prejuicios raciales.
«Al mismo tiempo y dada la realidad del desarrollo desigual de los dos países, ha surgido el problema cada vez más candente de una creciente, y a veces incontrolada migración de Haití hacia nuestro territorio. El Estado dominicano tiene en sus manos las leyes que regulan el movimiento de extranjeros hacia nuestro territorio y las que castigan el contrabando de bienes y personas por sus fronteras, solo se trata de hacerlas cumplir con determinación, siempre desde un plano de respeto estricto a los derechos humanos, de solidaridad, buena vecindad y sin menoscabo alguno de la integridad territorial y la soberanía de cada quien dentro de sus propios límites», explicaron.
Chaljub abordó el tema de Estados Unidos como un asunto de primordial importancia para esta nación al ser el principal socio comercial y la potencia más influyente en la vida de la República, vinculada a esa potencia por diversos acuerdos y tratados, que abarcan desde lo diplomático, la asistencia militar y la cooperación policial.
«Vinculada, igualmente, por la pertenencia común a entidades y organismos internacionales como la OEA, el FMI y el Banco Mundial, entre otros. Y refuerza aún más la interdependencia, la presencia en territorio norteamericano de una diáspora que ronda el millón de dominicanos y en cuyo aporte por vía de las remesas, encuentra la economía dominicana uno de sus principales soportes», comunicó Chaljub.
Asimismo, el documento mencionó las relaciones con Venezuela, y apuntó que Dominicana fue apartada del plano de la cooperación y amistad con esa nación unilateralmente y por sumisión al dictado y voluntad de los norteamericanos.
«Se rompió las relaciones con el gobierno del presidente Nicolás Maduro, para reconocer al irrisorio Juan Guaidó».
A continuación compartimos el texto íntegro
Dadas las condiciones que prevalecen en el mundo del presente, la política internacional de cualquier Estado adquiere una importancia cada vez mayor. La globalización de la economía y la facilidad de las comunicaciones, determinan la interdependencia y marcan las relaciones entre los países.
No puede haber una buena gestión de gobierno en el plano nacional, sin una buena gestión en el campo de la política internacional. Bajo esa convicción y al instalarse el gobierno del presidente Luis Abinader, con el ánimo de que esta administración tenga el desempeño mejor posible en el campo internacional, el Congreso Cívico, parte integrante de la Coalición Democrática por la Regeneración Nacional, desea hacer los planteamientos siguientes:
1.- La cooperación, la amistad y la integración, en pos del beneficio recíproco y en un plano de coexistencia pacífica y de salvaguarda de la soberanía, deberán ser siempre el núcleo de la política internacional de cualquier Estado.
Mucho más cuando el nuevo gobierno iniciará su mandato en momentos en que el mundo sufre el flagelo de una pandemia de magnitudes sin precedentes, que no puede ser enfrentada exitosamente sin la más activa colaboración entre los diversos países. Organismos internacionales y tratados mundiales, regionales y bilaterales facilitan esa cooperación y eso, de entrada, le da un importante punto de partida al nuevo gobierno.
Sin embargo, nuestro país tiene también sus problemas propios y, por consiguiente, el nuevo gobierno no podrá evadir algunos asuntos conflictivos con los cuales tendrá que lidiar.
2.- Las relaciones con Haití. Uno de los puntos más neurálgicos en las relaciones internacionales de la República Dominicana. País con el que compartimos la misma isla, segundo socio comercial, dos pueblos hermanados por numerosos elementos comunes, actualmente sin querellas ni conflictos por asuntos territoriales, y con el cual es indispensable procurar unas relaciones lo más cálidas y fraternales posibles, sin dejarse influenciar por las tendencias a la xenofobia y los prejuicios raciales.
Al mismo tiempo y dada la realidad del desarrollo desigual de los dos países, ha surgido el problema cada vez más candente de una creciente, y a veces incontrolada migración de Haití hacia nuestro territorio. El Estado dominicano tiene en sus manos las leyes que regulan el movimiento de extranjeros hacia nuestro territorio y las que castigan el contrabando de bienes y personas por sus fronteras, solo se trata de hacerlas cumplir con determinación, siempre desde un plano de respeto estricto a los derechos humanos, de solidaridad, buena vecindad y sin menoscabo alguno de la integridad territorial y la soberanía de cada quien dentro de sus propios límites.
3.- Las relaciones con los Estados Unidos. Para cualquier gobierno tienen primordial importancia las relaciones con el principal socio comercial del país, la potencia más influyente en la vida de la República, que, por demás, está vinculada a esa potencia por diversos acuerdos y tratados, que abarcan desde lo diplomático, la asistencia militar y la cooperación policial. Vinculada, igualmente, por la pertenencia común a entidades y organismos internacionales como la OEA, el FMI y el Banco Mundial, entre otros. Y refuerza aún más la interdependencia, la presencia en territorio norteamericano de una diáspora que ronda el millón de dominicanos y en cuyo aporte por vía de las remesas, encuentra la economía dominicana uno de sus principales soportes.
Sería erróneo y sería igualmente un consejo de mal amigo recomendar al nuevo gobierno una política de hostilidad, ni mucho menos, hacia Estados Unidos. Sería, además, falta de realismo y perder de vista la naturaleza de clase de la nueva administración y los vínculos que tienen con el poder norteamericano, el nuevo gobierno, el partido oficialista, y las clases sociales dominantes en nuestro país.
Sin embargo, esas relaciones presentan otros aspectos que son sumamente riesgosos para los intereses nacionales y la gestión misma del gobierno.
Estados Unidos ha tenido siempre una política injerencista, que a veces adquiere los matices del trato de una potencia colonial hacia una de sus posesiones de ultramar. En cuanto a las recetas a aplicar a nuestra economía, lo mismo que sobre asuntos internos de nuestra vida política y las decisiones del Estado. Esa injerencia, que en más de un momento de nuestra historia ha llegado al hecho grave de la ocupación militar, adquiere con frecuencia las características de la orden y el dictado de un procónsul, cuando al gobierno norteamericano le interesa dirigir la vida política del país en una dirección determinada.
Por demás, Norteamérica tiene por norma arrastrar a sus amigos, especialmente a los países débiles, a envolverse en conflictos que los propios norteamericanos provocan. Ningún Estado nacional digno de ese nombre, debe ceder a ninguna presión que persiga fines como esos.
Ya una vez nuestro país pasó por el sonrojo de ceder a la influencia de los Estados Unidos y enviar personal militar a Irak. Ese hecho rompió una hermosa tradición histórica según la cual los soldados dominicanos jamás habían pisado más allá de las fronteras de la patria y, de paso, se tomó parte en la agresión genocida contra un pueblo noble como el de Irak, de historia y cultura muchas veces milenarias, que nunca ha cometido la más leve ofensa a la República Dominicana.
4.- También el nuevo gobierno tendrá que manejarse con la mayor destreza, para no caer en el mismo o en parecido error frente a países con los cuales Estados Unidos está actualmente en conflicto.
Tal es el caso de Venezuela. El Estado dominicano, fue apartado por el gobierno del presidente Danilo Medina, del plano de cooperación y amistad con Venezuela y su gobierno. Unilateralmente y por sumisión al dictado y la voluntad de los norteamericanos, rompió las relaciones con el gobierno del presidente Nicolás Maduro, para reconocer al irrisorio presidente Juan Guaidó.
Como existen sectores tanto en Estados Unidos como aquí, interesados en profundizar el deterioro de las relaciones entre los dos países, la sensatez aconseja no ir más lejos del daño creado, empezar por guardar la neutralidad y equidistancia prudentes y gradualmente procurar la distensión con Venezuela hasta enmendar el despropósito del gobierno saliente y normalizar las relaciones sin injerirse en los asuntos internos de una República hermana, y sin apartarse de la sabia norma de no llevar los conflictos ideológicos a la esfera de las relaciones entre los estados.
5.- Otros puntos conflictivos, como China, Cuba y en menor medida, Nicaragua, el nuevo gobierno encontrará solucionada la parte más difícil. Porque con ellos las relaciones oficiales ya están establecidas. Dada la guerra comercial de Estados Unidos y la China popular, nuestro país, situado en el área de influencia norteamericana, seguirá afectado por las presiones que tratan de ponerle trabas a la cooperación económica con China y también en este caso, no solo se trata de ejercer la libertad de comercio, sino de pensar, ante todo, en hacer lo que más convenga a nuestro país.
En cuanto a Cuba y Nicaragua, el intercambio debe continuar con toda normalidad, porque hay un hecho que la República Dominicana y su gobierno no deben perder de vista. Los vientos guerreristas y ultraconservadores, propios de los tiempos de la guerra fría, que soplan desde Washington, bajo la administración del presidente Trump, son pasajeros. Es imposible que se mantengan por mucho tiempo y aminorarán con una eventual derrota electoral del actual presidente norteamericano.
Lo perdurable, la que no es pasajera, es la necesidad de la buena relación entre los diferentes países y los pueblos, el fortalecimiento de las relaciones entre los estados y la participación activa en todos los organismos y entidades que lo faciliten.
Sobre esto último, es de esperarse que el nuevo gobierno le dé la debida continuidad y refuerce aún más la labor de integración regional que ha desarrollado el gobierno dominicano en los últimos años y cuyos resultados han colocado a nuestro país en un sitial importante entre los pueblos y gobiernos de la zona del Caribe.
Rafael Chaljub Mejía,
Vocero del Congreso Cívico