Nos asombraría la cantidad de personas que se conforman con la mediocridad por simple comodidad o por “no salir de la zona de confort”, pues la búsqueda de la excelencia requiere determinación, esfuerzo y compromiso.

Sabemos que no podemos ser perfectos, la perfección está en Dios, pero podemos seguir intentando ser mejores y con nuestro ejemplo motivar a los demás a seguir buscando la excelencia.

Pudiéramos pensar que años atrás nos ha funcionado tal o cual modelo, pero eso no quiere decir que, en estos momentos, siga funcionando eso que nos dio buenos resultados.

¿Sabes qué? El mundo cambió y seguirá cambiando y a nosotros nos toca girar con él. Actualizarnos, reinventarnos, innovar, crear, mejorar, compartir y, sobretodo, sumar voluntades.

Crecer y ayudar a crecer a otros. Porque si no lo hacemos, nos quedaremos solos, en nuestra isla desierta, con nuestras limitantes y creencias, viendo a través del cristal cómo nuestro entorno crece, mejora y vive feliz.

Sí, sé que nos podemos acomodar, yo lo he hecho muchas veces; sentir que estamos bien con lo que tenemos o hemos logrado, ¡ufff, eso sería genial! Pero si todos los humanos hubiésemos hecho eso, seguro el hombre no hubiera pisado la luna ni viajado a Marte, no se hubieran erradicado ni combatido enfermedades que tiempo atrás fueron mortales para la humanidad, como también lo ha sido el Covid-19 (para el cual ya tenemos vacunas en tiempo record), o la tecnología no nos habría entregado la televisión y los teléfonos, por citar algunas cosas, sin olvidar la maravillosa electricidad gracias al norteamericano Thomas Alva Edison, allá por el 1879.

En síntesis, tenemos una capacidad infinita de ser y lograr que solo el conformismo puede aplastar como Gulliver hubiese podido hacerlo con los liliputienses por su gran altura. No dejemos que el miedo sea el gigante en nuestras vidas. Busquemos la excelencia con determinación.