El proceso del pacto nacional para la reforma de la educación previsto en el artículo 34 de la Estrategia Nacional de Desarrollo y convocado por el presidente Danilo Medina mediante el decreto 228-13 ha tenido un inicio que considero muy positivo.
El proceso para alcanzar el pacto debe ser participativo, abierto, riguroso. Y la forma en que se ha iniciado parece indicar que las cosas van en la dirección correcta.
Para empezar, la metodología propuesta inicialmente fue objeto de un serio análisis y cuestionamiento por parte de muchos de los actores inicialmente convocados.
Se hicieron cambios importantes, en cuanto a alcance, fases, procedimientos, logrando una mejor propuesta o diseño metodológico.
Por otra parte, desde todos los sectores de la sociedad se ha hecho énfasis en que la participación en el pacto tiene que ser la más amplia posible. Se reclama que debe tener el mayor alcance sectorial y territorial, que debe incluir a las comunidades educativas, a los grupos comunitarios, padres, madres, docentes y cuanto actor social se sienta concernido por el tema de nuestro sistema educativo.
Esas expectativas y llamados son un indicador muy importante: señalan que quienes las hacen entienden la urgencia y pertinencia de establecer el marco de orientación para que nos dotemos de un sistema educativo que, en todos los niveles, contribuya al desarrollo humano, a la cohesión social, la creación de capacidades y productividad como sociedad, promoviendo la dignificación de docentes, estudiantes y todos los actores que forman parte de la comunidad educativa. Una educación para una mayor calidad de vida como sociedad.
El concepto ampliamente democrático con que se ha diseñado este proceso nos pone a prueba como sociedad. Es necesario que cada sector u organización social asuma el reto de ir mejorando la calidad e integralidad del proceso: lo que se necesita es participación.
Y no sólo participación, sino incidencia, hacer que los resultados de cada fase o actividad tengan las características deseadas. Y eso sólo se logra generando un amplio espectro de trabajo colaborativo, de debate, de contraposición de criterios y de persuasión.
Hay canales abiertos para actuar, proponer, persuadir, incidir. Propongamos formas, generemos escenarios, coloquemos matices en el debate. Así avanzaremos hacia el pacto que necesitamos, el que recoja una verdadera concertación, una voluntad colectiva como expresión de un interés común construido mediante la negociación y la apertura.