Israel.- Los israelíes celebraban vigilias y sobrias ceremonias el lunes para conmemorar el año que ha pasado desde el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, el más letal en la historia del país.
El asalto desencadenó la guerra que continúa en Gaza y traumatizó a los israelíes.
El inesperado ataque transfronterizo, que tomó desprevenido a Israel en un importante feriado judío, hizo añicos la sensación de seguridad de los israelíes y remeció su fe en sus líderes y su ejército.
Sus consecuencias aún continúan un año más tarde. La guerra en Gaza sigue en marcha, Israel libra una nueva guerra contra Hezbollah, que comenzó a atacar Israel el 8 de octubre, y un conflicto creciente con Irán —que respalda tanto a Hamás como a Hezbollah— amenaza con hundir la región en una conflagración mucho más peligrosa.
En Gaza, que sigue sufriendo los golpes de la guerra, no se ha programado ningún acto conmemorativo formal. La enorme destrucción y el desplazamiento de la población son un recordatorio constante de la campaña israelí de represalia contra el territorio, que no tiene final a la vista.
Los israelíes acudían a ceremonias, cementerios y monumentos en todo el país en recuerdo de los cientos de víctimas, las docenas de rehenes que siguen cautivos y los soldados heridos o caídos cuando intentaban salvarlos.
Proyectiles lanzados desde Gaza hicieron sonar las sirenas antiaéreas en Tel Aviv, según el Ejército israelí. En un primer momento no había reportes de daños o heridos.
A la hora en la que comenzó el ataque de Hamás hace un año, las familias de los fallecidos en el festival de música Nova, junto con el presidente de Israel, Isaac Herzog, se reunieron en el lugar donde casi 400 asistentes murieron baleados y muchos otros fueron capturados. Tras reproducir brevemente la misma música trance que sonaba durante el festival, cientos de familiares y amigos de las víctimas se pusieron en pie y guardaron un momento de silencio. El llanto de una mujer rompió el silencio mientras se oían explosiones de los combates en Gaza, apenas a unos kilómetros de distancia.
“Cuando estamos aquí, estamos cerca de nuestros seres queridos, este es el momento en el que bailaban y huían”, dijo Sigal Bar-On, cuya sobrina, Yuval Bar-On, de 25 años, y su prometido, Moshe Shuva, de 34, planeaban casarse en diciembre de 2023.
A las 6:31 de la mañana, cuatro proyectiles se lanzaron desde Gaza hacia las mismas poblaciones israelíes que sufrieron el duro asalto el año pasado, según el ejército israelí. La ceremonia no se vio interrumpida.
Al mismo tiempo, familiares de rehenes que siguen en Gaza —unos 100, de los que se cree que un tercio han muerto— se congregaron cerca de la residencia en Jerusalén del primer ministro, Benjamin Netanyahu, y se mantuvieron en pie durante dos minutos mientras sonaba una sirena, una costumbre de los días más solemnes en el calendario israelí: el Recuerdo del Holocausto y el Día de los Caídos.
“Estamos aquí para recordar (a los rehenes), que no nos hemos olvidado de ellos”, dijo Shiri Albag, cuya hija, Liri, está entre los cautivos. Albag tenía un mensaje para Netanyahu, que “no le dejaremos descansar hasta que todos ellos estén de vuelta, hasta el último”, dijo a la multitud, que mostraba carteles con los rostros de los rehenes.
Un grupo que representa a las familias de los rehenes anunció la muerte de otro cautivo. Idan Shtivi, de 28 años, fue capturado en el festival de música Nova y se creía que estaba vivo. Medios israelíes dijeron que fue asesinado durante el ataque, y su cuerpo se llevó a Gaza.
Las banderas en el parlamento israelí, la Knéset, ondeaban a media asta. Estaba previsto que el lunes por la tarde se emitiera una ceremonia oficial de Estado centrada en actos de valor y esperanza. La ceremonia se grabó con antelación sin público, al parecer para evitar posibles interrupciones, en la ciudad sureña de Ofakim, donde fueron asesinados unas dos docenas de israelíes.
Pero la ira contra el gobierno por no evitar el ataque y la frustración persistente porque no ha recuperado a los rehenes que quedan hizo que las familias de varios de los fallecidos y capturados organizaran un acto separado en Tel Aviv.
Estaba previsto que el evento congregara a decenas de miles de personas, pero se vio reducido de forma drástica por las restricciones a las grandes aglomeraciones debido a la amenaza de ataques de misiles de Irán y Hezbollah.
El ataque de Hamás, en el que los milicianos mataron a 1.200 personas, en su mayoría civiles, y se llevaron a unas 250 a Gaza como rehenes, sigue arrojando una sombra sobre la vida cotidiana en Israel. Docenas de rehenes siguen cautivos, sin un final a la vista para sus penurias.
La realidad en las poblaciones fronterizas ha cambiado de forma drástica y decenas de miles de personas se han visto desplazados. Mueren soldados en Gaza y Líbano. Israel enfrenta críticas internacionales por su conducta bélica, y dos cortes mundiales investigan sus acciones.