A medida que se acerca el día de la inauguración del nuevo Gobierno, se repite más y más la interrogante de cuáles medidas tomará Danilo y en qué se diferenciará de su predecesor correligionario Leonel Fernández.
Como sucede en el béisbol cuando entra a lanzar un nuevo pitcher, la gente se pregunta con qué lanzamiento llegará el lanzador. ¿Recta o curva? ¿Por debajo del brazo? ¿Adentro o afuera?
Naturalmente, cada quien especula de acuerdo a sus intereses. Los comerciantes quieren saber si cambiarán las reglas del juego en su sector, los sindicalistas por igual, así como los médicos, los maestros, los policías ¡en fin!, cada cual con lo suyo.
Nosotros, los periodistas, no escapamos de esa regla. El Gobierno que termina ha sido invariablemente respetuoso de la libertad de prensa y de la libre expresión del pensamiento. Hay que reconocerle a Leonel Fernández, sin mezquindades, su impecable manejo en lo que tiene que ver con el libre flujo de las ideas, en el más amplio sentido de la palabra.
Con respecto a Danilo Medina, no advertimos ningún indicio de que pueda ser diferente. Por su conducta en el pasado, habría que decir que sabrá respetar el derecho humano de expresarse libremente, pero una cosa es hablar como un ciudadano común y otra como Presidente de la República.
Sería bueno que el Presidente electo ratifique de manera expresa su adhesión a los principios y valores en los que se fundamenta ese derecho tan fundamental para la defensa de todos los demás derechos humanos: el de la libertad de expresión.