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Con Luis no

A raíz de las recientes denuncias de corrupción en organismos como SENASA y el Ministerio de Educación, la oposición política ha intentado construir un axioma:

“Ustedes son corruptos como nosotros”.

Ese fatuo ejercicio tiene como objetivo, más allá de comparar gestiones de gobierno, igualar la imagen pública del presidente Abinader con la de Danilo Medina y Leonel Fernández.

La premisa para construir esta narrativa es, que como el Partido Revolucionario Moderno y Luis Abinader ganaron las elecciones por el hastío de la población con los gobiernos corruptos del Partido de la Liberación Dominicana, colocar al PRM y su gobernante al mismo nivel ya elimina una de las posibles líneas de ataque contra ellos, pues los tres grandes partidos y sus presidentes serian considerados moralmente similares.

Esto obliga a quien les escribe, a recordar algunos casos de corrupción de los gobiernos de Leonel Fernández y Danilo Medina.

Durante el primer gobierno de Leonel Fernández (1996-2000), se creó una nómina oculta llamada Programa Eventual Mínimo de Empleo (PEME) con el cual se repartía dinero de nuestros impuestos a activistas del PLD. Esta estructura corrupta fue sometida a la justicia por el gobierno de Hipólito Mejía y tiempo después, desde la Procuraduría general de la República del gobierno de Leonel Fernández 2004 2008, se desestimó la acción pública.

Es este mismo gobernante, Leonel Fernández, quien autoriza nada mas y nada menos que a su gran amigo y actual senador Félix Bautista (señalado como corrupto internacional por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos de América), a tomar un préstamo de $130 millones de dólares a una empresa llamada Sun Land, contrato de préstamo que requería aprobación congresual pero que se concretó y ejecutó por simples plumazos de los interesados Fernández-Bautista. El resto es historia.

Relevante también observar que tanto Kirsis como Janet Fernández, hermanas del presidente Leonel Fernández, formaban parte de su gobierno y ambas estuvieron involucradas en denuncias de corrupción, o que curiosamente su ministro de Obras Públicas, Víctor Diaz Rúa, aparece como la persona que compró un apartamento en la Avenida Anacona para la ex esposa de Fernández.

En cuanto a los gobiernos de Danilo Medina, creo que huelga hablar de casos específicos. Solo habría que rememorar que su procurador general de la República, su ministro de Hacienda, su ministro de Obras Públicas, su jefe de la Guardia Presidencial y otros, están sometidos a la justicia, eso es sin contar con que varios de sus hermanos y familiares están siendo procesados. De hecho, su cuñado Maxi Montilla ya “devolvió” $3000 millones de pesos al Estado Dominicano.

Y llegamos al gobierno de Luis Abinader.

Si, claro que ha habido casos de corrupción en los gobiernos del presidente Abinader, ¿o acaso los miembros del PRM son extraterrestres? La diferencia está en que:

1-No existe evidencia alguna, ni existe reportaje periodístico que señale al actual presidente Luis Rafael Abinader Corona, como alcahuete de actos de corrupción. De hecho, todo lo contrario, tan pronto se conoce de un acto de corrupción, este o se aparta de la investigación de la Procuraduría General de la República (Procuraduría dirigida en sus gobiernos por personas sin afiliación partidaria) o, por el contrario, si se hace eco y apoya las investigaciones, lo hace preservando siempre la independencia de los miembros del Ministerio Público. Su declaración pública del domingo pasado de que tiene “amigos, pero no cómplices” así lo reitera.

2- Si en su gobierno, un contrato concertado por una institución mueve a sospecha, se suspende o se cancela.

3- No existe un solo hermano o hermana del actual presidente de la República que se encuentre laborando en el tren gubernamental y mucho menos involucrado haciendo negocios turbios bajo su manto protector.

A los relatores de la oposición hay que hablarles en su idioma.

Con Luis no.

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Elías Brache

Vice canciller de la Republica, gerente del Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (Indotel) y Cónsul General en la ciudad de Chicago, Estados Unidos de América.

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