La tenista japonesa Naomi Osaka (c-i) recibe el último relevo de la Antorcha Olímpico durante la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, este viernes en el Estadio Olímpico. EFE/ Juan Ignacio Roncoroni
TOKIO.— Abrumados por la pandemia y demorados un año, los Juegos Olímpicos de Tokio finalmente fueron inaugurados la noche del viernes, con un despliegue de fuegos artificiales y una ceremonia meticulosamente coreografeada para la televisión.
En un estadio casi vacío, el acto fue muy colorido pero con un tono extrañamente mesurado y que marca el tono para unos singulares Juegos en medio de una pandemia. Naomi Osaka, la estrella japonesa del tenis, recibió la última posta del relevo del fuego olímpico dentro del Estadio Nacional y prendió el pebetero.
En una ceremonia privada de la energía de una multitud, estos Juegos Olímpicos han sido convocados en un país anfitrión que los observa con indignación y estupor. Pero los organizadores cifran sus esperanzas de que el entusiasmo por el inicio de las competencias deportivas aplacará la generalizada oposición.
Hoy es un día de esperanza. Cierto, es algo muy diferente a lo que todos nos habíamos imaginado“, dijo el presidente del COI Thomas Bach. “Pero permítanos disfrutar este momento porque finalmente todos estamos aquí juntos”.
“Esta sensación de unidad — esta es la luz al final del oscuro túnel de la pandemia“, declaró Bach. El recelo en todo Japón hacia los Juegos amenazó todos estos últimos meses con eclipsar el derroche de glamour que acompaña una ceremonia de inauguración. Al anochecer dentro del estadio, la ceremonia pretendió ratificar que las justas de verano — y su espíritu — siguen adelante.