Complejidades y desafíos abrumadores

Complejidades y desafíos abrumadores

Complejidades y desafíos abrumadores

Roberto Marcallé Abreu

Es de creerse que estos venideros cuatro años del presidente Abinader supondrán significativas realizaciones sin excluir el hecho de que nunca faltan las dificultades y los inconvenientes.

La decisión de limitar constitucionalmente la reelección ininterrumpida por varios períodos ha alterado de manera irrevocable el panorama político nacional.

Al presidente, como es de esperarse, le será imposible rehusarse a la condición de árbitro de primera magnitud en las eventualidades a presentarse. Las circunstancias no resultan radicalmente diferentes a las que han acontecido en los últimos años.

Hemos crecido y poseemos ahora mayores niveles de organización. No obstante, es insoslayable el hecho de que seguimos agobiados por muchas dificultades, tal y como resulta la misma existencia.

Tanto la República Dominicana como el ejercicio del poder y la conducta del ciudadano promedio —para bien y para mal— han sufrido transformaciones profundas.

El contexto universal es distinto. Los retos y desafíos del porvenir se nos figuran más difíciles frente a un panorama complejo. Inconvenientes de diversa naturaleza cuya solución siempre resulta perentoria y urgente, surgen a lo largo del camino.

Los años del presidente Abinader al frente de los destinos nacionales han devenido en un periodo de definición y de avance en el logro de metas decisivas para orientar a República Dominicana en el mejor de los escenarios posibles.

Los problemas y sus eventuales soluciones son, ahora, mucho más complejos, principalmente por las variables a nivel interno y externo.

Nuestra experiencia histórica sugiere que es preciso adelantar la búsqueda e integración de iniciativas y soluciones para dificultades postergadas.

Del ejercicio oficial, del desempeño del ciudadano y sus organizaciones representativas, de su patriotismo, creatividad o, a la inversa, de los extraviados apetitos de algunos dependerán las realizaciones del porvenir o los decaimientos y fracasos eventuales.

Pese a que el país no ha dejado de avanzar y de lograr propósitos viables en estos últimos años, enfrentamos dificultades y contradicciones.

No podemos cerrar los ojos ante los inconvenientes de un mundo cada vez más diverso y de un país que requiere de muchos esfuerzos y sacrificios a fin de que se cumplan metas de imperativa obligatoriedad, y para evitar que el progreso no se detenga.

Las noticias y titulares de los medios nos exponen con crudeza un horizonte que, en algún sentido, puede resultar desalentador si no buscamos respuestas o alternativas urgentes.

Una variable que desborda todos los límites de lo lógico y lo razonable es la situación de Haití y, peor aún, la dependencia que hemos desarrollado históricamente de la mano de obra haitiana y el comercio fronterizo cuya contingencia se siente en todos los ámbitos de nuestro quehacer productivo.

Enfrentamos la confrontación de los denominados “poderes fácticos” tan vigorosamente presentes y determinantes. La cotidianidad nos luce, a veces, desbordada de inconvenientes. Solo que hay que seguir sin vacilaciones y sin desmayos.

“Puente para enviar drogas a EU y Europa”. “El imperativo de la transparencia” (Listín Diario).

El hecho de que son muchas las soluciones que se implementan: “Gobierno entrega 110 mil títulos tierra”. El nuestro es un país de desafíos y confrontaciones interminables día a día.