Complejidades y desafíos abrumadores
Es de creerse que estos venideros cuatro años del presidente Abinader supondrán significativas realizaciones sin excluir el hecho de que nunca faltan las dificultades y los inconvenientes.
La decisión de limitar constitucionalmente la reelección ininterrumpida por varios períodos ha alterado de manera irrevocable el panorama político nacional.
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Al presidente, como es de esperarse, le será imposible rehusarse a la condición de árbitro de primera magnitud en las eventualidades a presentarse. Las circunstancias no resultan radicalmente diferentes a las que han acontecido en los últimos años.
Hemos crecido y poseemos ahora mayores niveles de organización. No obstante, es insoslayable el hecho de que seguimos agobiados por muchas dificultades, tal y como resulta la misma existencia.
Tanto la República Dominicana como el ejercicio del poder y la conducta del ciudadano promedio —para bien y para mal— han sufrido transformaciones profundas.
El contexto universal es distinto. Los retos y desafíos del porvenir se nos figuran más difíciles frente a un panorama complejo. Inconvenientes de diversa naturaleza cuya solución siempre resulta perentoria y urgente, surgen a lo largo del camino.
Los años del presidente Abinader al frente de los destinos nacionales han devenido en un periodo de definición y de avance en el logro de metas decisivas para orientar a República Dominicana en el mejor de los escenarios posibles.
Los problemas y sus eventuales soluciones son, ahora, mucho más complejos, principalmente por las variables a nivel interno y externo.
Nuestra experiencia histórica sugiere que es preciso adelantar la búsqueda e integración de iniciativas y soluciones para dificultades postergadas.
Del ejercicio oficial, del desempeño del ciudadano y sus organizaciones representativas, de su patriotismo, creatividad o, a la inversa, de los extraviados apetitos de algunos dependerán las realizaciones del porvenir o los decaimientos y fracasos eventuales.
Pese a que el país no ha dejado de avanzar y de lograr propósitos viables en estos últimos años, enfrentamos dificultades y contradicciones.
No podemos cerrar los ojos ante los inconvenientes de un mundo cada vez más diverso y de un país que requiere de muchos esfuerzos y sacrificios a fin de que se cumplan metas de imperativa obligatoriedad, y para evitar que el progreso no se detenga.
Las noticias y titulares de los medios nos exponen con crudeza un horizonte que, en algún sentido, puede resultar desalentador si no buscamos respuestas o alternativas urgentes.
Una variable que desborda todos los límites de lo lógico y lo razonable es la situación de Haití y, peor aún, la dependencia que hemos desarrollado históricamente de la mano de obra haitiana y el comercio fronterizo cuya contingencia se siente en todos los ámbitos de nuestro quehacer productivo.
Enfrentamos la confrontación de los denominados “poderes fácticos” tan vigorosamente presentes y determinantes. La cotidianidad nos luce, a veces, desbordada de inconvenientes. Solo que hay que seguir sin vacilaciones y sin desmayos.
“Puente para enviar drogas a EU y Europa”. “El imperativo de la transparencia” (Listín Diario).
El hecho de que son muchas las soluciones que se implementan: “Gobierno entrega 110 mil títulos tierra”. El nuestro es un país de desafíos y confrontaciones interminables día a día.
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