Cómo Spotify maduró y llegó a gran empresa

Cómo Spotify maduró y llegó a gran empresa

Cómo Spotify maduró y llegó a gran empresa

Nueva York.-Es inconcebible que en 2017 la única empresa de streaming de música que cotiza en bolsa siga siendo Pandora Media Inc., un proveedor de radio por internet que empezó a cotizaren 2011 y cuyas acciones operan por debajo del precio de su oferta pública inicial. Con suerte, Spotify Ltd. rectificará la situación este año, aunque para eso tenga que entrar por la puerta de atrás a la Bolsa.

Además, es una puerta de atrás interesante para otros miembros de la industria de la tecnología.

The Wall Street Journal informa que la empresa con sede en Londres está evaluando realizar una cotización directa en vez de una OPI.

Este camino suele reservarse para pequeñas empresas que quieren ahorrar dinero destinado a banqueros de inversión y preservar una mayor parte del valor de la empresa para los accionistas que ya tienen.

En vez de vender acciones a grandes inversores la noche anterior a la salida a Bolsa a un precio “inicial”, las compañías que se cotizan directamente en una Bolsa suelen comprar una empresa más pequeña que ya está ahí.

Entonces, los dueños de la empresa pueden recibir el precio de mercado completo inmediatamente si quieren vender parte de sus acciones.

Esto suele considerarse arriesgado, porque no se recauda dinero hasta que el mercado entra en la ecuación ni hay banqueros para estabilizar las acciones en los primeros meses de operaciones, que a veces son inestables.

Una ventaja —además de no pagarles a los banqueros— es no dejar dinero sobre la mesa, como hacen casi siempre las empresas para darles una ventaja a los primeros inversores cuando las acciones “saltan” al comienzo de las operaciones.

En el caso de Spotify, esta táctica tiene sentido de manera no sólo pragmática, sino también simbólica.

La historia de Spotify es la del típico revolucionario tecnológico: desarrolló una tecnología chévere que le permitió regalar lo que se solía vender, en este caso la música grabada. A fines de 2011, su tercer año completo de operaciones, la empresa contaba con 32,8 millones de usuarios registrados y sólo 2,8 millones de abonados pagos, que aportaban el 80 por ciento de los ingresos de la empresa.

El resto del dinero provenía de anuncios impuestos a los que no pagaban. Para evitar el destino de Napster, el servicio de música compartida entre particulares asesinado por los litigios sobre propiedad intelectual, Spotify pagaba grandes comisiones a las discográficas dueñas de los derechos a los catálogos de música, lo que provocaba un flujo de pérdidas aparentemente infinito.

Spotify conquistaba las mentes y los corazones de los melómanos sin descubrir cómo monetizar ambos.
Probablemente Spotify aún no sea rentable —todavía no publicó sus finanzas para 2016, pero en 2015 crecieron fuertemente los ingresos brutos y se expandieron las pérdidas—, pero al menos parece haber descubierto qué hacer. Está comprometida con los abonados pagos en vez de aumentar su base de anuncios.

Universal tiene la mayor proporción de música escuchada por streaming, un 30 por ciento. Ahora, Spotify necesita cerrar acuerdos parecidos con las otras dos grandes, Sony Music y Warner Music, responsables por otro 41 por ciento del mercado.



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