Los patrones antiguos de dominación, control, apego y violación de intimidad personal, deben dejarse atrás. En una relación desigual en la que un compañero controla al otro, se produce un desequilibrio que deteriora individualmente a cada uno de los miembros de la pareja y a la pareja en sí misma.
Cuando se establece este patrón en la relación, se genera rabia, ira y resentimiento, que se va acumulando y detona generalmente en violencia.
En muchas ocasiones se reproducen los modelos de los padres, aunque se esté repleto de buenas intenciones de no hacerlo. Estos patrones se aprenden en la infancia y es difícil evitarlos.
Para no caer en la tentación de hacerlo igual que los padres, es necesario crear conciencia, adquirir ciertos conocimientos y decidir hacer el cambio, lo que permite a los miembros de la pareja, tomar un nuevo papel y el control de su situación buscando una nueva forma de relacionarse entre ellos.
En las relaciones de igualdad en las parejas, se debe trabajar para que cada uno sea independiente del otro con relación a sus pensamientos, sentimientos y actitudes, permitiendo su crecimiento y desarrollo, y el compañero/a debe ser acompañante y apoyo en el proceso, ofreciendo siempre su opinión y ayuda cuando.
Esto redundará en beneficio de la relación. Evitar el juego del poder, en el cual hay un dominador/a y un sometido/a, los roles de proveedor material y nutridora emocional o de víctima y abusador.
Fomentar un sano equilibrio entre acuerdos y desacuerdos.