
SANTO DOMINGO.-En los barrios próximos a ríos y cañadas la gente no le teme a la tormenta Isaías, no le teme al Coronavirus (socializan sin mascarillas), se bañan en la lluvia y conversan enérgicamente a la par que observan la llegada de medios de comunicación, autoridades municipales y organismos de socorro que por estas fechas se personifican al lugar.
No evitan ser fotografiados o filmados, el lente para ellos es otro mal necesario aunque en su mayoría evitan emitir declaraciones a la prensa.
La otra minoría que sí habla, acostumbra a adornar su historia con elementos que consideran de interés y que entienden les beneficiaría en un futuro.
En la Ciénaga, por ejemplo, donde aún quedan decenas de casuchas levantadas en base a hojalata justo en el mismo lecho del Río Ozama, EL DÍA se encontró con un hombre de unos 45 años que se hizo nombrar solo como Jacobo.
Aseguró tener 14 años residiendo en el lugar. Es una casa de unos 7 metros de largo y otros tres metros de ancho. No tiene divisiones, las cubetas tapan varias de las goteras del techo, un mosquitero cubre una vieja cama y un televisor de los de tubos de rayos catódicos emite la programación de un canal local a todo volumen.
