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¿Cómo enfrentar el dolor por suicidio?

EFE Por EFE
¿Cómo enfrentar el dolor por suicidio?
📷 La psicóloga Raquel Tomé (izq.) con la periodista Carmen Sánchez Alegre/Foto cedida.

Se calcula que cada suicidio afecta íntima y profundamente a 6 personas y que por cada culminación de un suicidio existen 10 intentos fallidos.

Si nos ponemos a contar las personas afectadas por la muerte por suicidio sumarían 21. 600 personas al año en España.

A todos ellos se les llama “supervivientes del duelo por suicidio” y cada una de estas personas deberá elaborar un duelo difícil.

Entonces, ¿cómo puede una persona después de un hecho así atravesar el dolor de la pérdida del ser amado y seguir teniendo una vida significativa? ¿En quién o en qué te apoyas para poder seguir dando un sentido pleno a la vida?

La periodista Carmen Sánchez Alegre relata en su libro “¿Hablamos del suicidio? Sobrevivir a la muerte de un ser querido”, editado por Alienta, un viaje íntimo para sanar la dolorosa herida tras el suicidio de su hermano Carlos cuando contaba 25 primaverales años. Y, comparte generosa con nosotros, los recursos psicológicos que la ayudaron a ser resiliente y transitar el camino desde la devastación interior a vivir la vida con mayúsculas.

Sé por experiencia que todo duelo es difícil de transitar, que resulta en muchos momentos abrumador, y que para el 90 % de las personas el espinoso dolor del anhelo de la presencia física del ser querido amaina con el bálsamo del paso del tiempo que nos ayuda a acomodar el recuerdo amoroso del ausente en nuestro interior.

Pero un suicidio es otra historia, y no digo con ello que un duelo normal sea fácil, sino que las circunstancias de la muerte catapultan el dolor de la pérdida hacia una dimensión desconocida. No en vano, los estudios sobre duelo lo consideran una de las crisis más difíciles de afrontar tanto en el plano personal como en el familiar y una condición de riesgo que puede desembocar en un duelo complicado.

La entrevista de Raquel Tomé a Carmen Sánchez Alegre

Una de las primeras ideas que mencionas en tu libro es que debemos despertar y aprender a hablar de salud mental, y sobre todo a no ocultar con un silencio social cómplice esta realidad dolorosa, sus causas y sus consecuencias.

En el año 2018 cuando sucedió la muerte de Carlos era un momento en que no se hablaba tanto sobre suicidio o salud mental como ahora. Entendí que fuimos víctimas de un sistema de salud mental inactivo donde no se destinan los recursos suficientes.

Sólo cuando murió Carlos conocí los datos devastadores sobre el suicidio en España, que es la primera causa de muerte no natural entre jóvenes de entre 15 y 29 años. Me enfrenté a muchas preguntas sobre esta realidad abrumadora: ¿Por qué el suicidio? ¿Cómo no sabía nada de esta realidad?

Imagino que es muy difícil encajar algo con lo que uno no cuenta o no ha pensado que le pudiera suceder en la vida. Pero cuando sucede, mencionas el enorme “estigma” que conlleva para la familia y lo difícil que resulta hablar sobre ello, el miedo a verse juzgada o incomprendida, y como esto obstaculiza el obtener el apoyo social necesario.

No es raro que cuando suceden este tipo de muertes las familias intenten ocultarlo y hagan creer que la muerte se ha producido por otras causas distintas a la real. El estigma social que rodea al suicidio todavía es demasiado grande.

En mi caso, desde el momento en que la psicóloga del SAMUR nos lo explicó a mi familia y a mí, asumimos esa realidad. Gracias a que rápidamente se difundió la noticia, acudieran a despedirle muchas personas que le querían.

Supongo que también, como periodista, una parte de ti se sintió interpelada acerca del tratamiento que realizan los medios de comunicación sobre el suicidio.

Sí, cuando yo estudiaba en la universidad no podíamos hablar del suicidio abiertamente sino referirnos a ello como “muerte por causa desconocida”.

Ahora entiendo que hay que hacer todo lo contrario. No se trata de no hablar de ello sino de hacerlo de forma correcta para ayudar a prevenirlo y buscar ayuda, de dar voz a la esperanza y mostrar que existen muchas alternativas que nos llevan a tener una vida plena y con significado, tanto para las personas que tienen ideación suicida, como a quienes han perdido a un ser querido por esta causa.

Una de las cosas que siempre agradeces es la labor profesional de las psicólogas que os atendieron a ti y a tu familia. ¿Qué supuso para vosotros haber contado con asistencia psicológica inmediata cuando uno experimenta el sufrimiento extremo, y cómo ayudó en la elaboración del duelo?

Aún hoy recordamos con agradecimiento a Esther, la psicóloga del SAMUR y a la del Anatómico Forense. Con Esther he tenido la oportunidad de coincidir y que viera el enorme impacto positivo que tuvo su intervención en todos nosotros.

Recuerdo que mi madre la decía: “Eres como un ángel, que trabajo tan bonito tienes”. Ella fue la persona que nos comunicó el peor mensaje que íbamos a recibir en la vida y la manera tranquila y sosegada con la que manejó la situación nos ayudó a sentir tranquilidad en medio de ese inmenso y cruel caos que nos rodeaba y nos ayudó a entender lo que estaba pasando, desde una perspectiva realista, pero con serenidad.

La psicóloga Raquel Tome (izq.) junto a la periodista Carmen Sánchez Alegre, a quien ha entrevistado sobre la resiliencia frente al suicidio/Foto cedida

En una situación de tanto impacto emocional, ¿cuáles fueron las emociones negativas con las que más te costó lidiar?, ¿qué te ayudó?

Sin duda alguna la culpa. La culpa puede consumirte mucho. Sin embargo, es una emoción que puede enseñarte mucho si intentas ver qué es lo que te está mostrando, pues al final es un faro que alumbra lo que es importante para nosotros.

Este es un proceso que lleva tiempo, pues al principio no puedes más que sobrevivir, es un dolor tan grande que casi no te deja respirar. Cuando va pasando el tiempo, y si haces un trabajo personal interno, cada vez eres más capaz de ver los regalos que estas experiencias también traen, dar un sentido al dolor y conectar con la esperanza.

Otra de las psicólogas pertenecientes al Instituto Anatómico Forense, también intervino desde temprano con los sentimientos de culpa, ¿qué os ayudó en esos momentos?

Nos explicó muchas cosas, que nos ayudaron a concebir el suicidio como una realidad, y nos dijo que nos esperaba un largo y duro camino. Pero nos dejó claro que no hubiéramos podido hacer nada. Todos lo hacemos lo mejor que podemos con lo que sabemos en cada momento.

El suicidio es multicausal, no existe nunca una única razón para ello, y por mucho que nuestra cabeza busque todos los porqués, o formas en las que lo hubiéramos podido evitar, la realidad es que lo hicimos lo mejor que pudimos y supimos, incluido Carlos.

Por eso es tan importante informar de la forma correcta y mostrar alternativas, cuando uno piensa que no la tiene, porque sí que la hay.

Una de las preguntas habituales que torturan a los supervivientes es, ¿por qué lo hizo?

Sí, y entendí hablando con ella que cuando una persona muere por suicidio es porque su dolor sobrepasa sus habilidades para sobrellevar las situaciones que se presentan en su vida.

Yo, como mi hermano Carlos, también pasé por situaciones de desesperanza en la vida, pero encontré una alternativa y ahora tengo una vida feliz, llena de cosas que me hacen sentir plena, de personas a las que quiero y que me quieren, y han pasado cosas súper bonitas como publicar mi libro, o incluso esta conversación, que hacen que tanto dolor tenga un sentido.

Todo esto convive con el vacío que ha dejado en mi vida perder a mi hermano, al que echo de menos muchísimo, pero he aprendido a convivir con ello y soy muy feliz.

También se menciona la importancia del autocuidado en estos momentos.

En este contexto es muy importante identificar cuales son las cosas que nos hacen sentir bien, que nos regulan emocionalmente y que hacen que el dolor tan grande que sentimos se apacigüe un poco.

Muchas veces tendemos a evitar sentir ese dolor y “tirar para adelante”, pero la realidad es que, si no cuidamos de nosotros mismos y nos preocupamos de estar bien, tampoco vamos a poder estar disponibles para otros.

Portada del libro de Carmen Sánchez Alegre “¿Hablamos del suicidio?/Foto cedida

Estas intervenciones psicológicas tempranas depositaron en ti la esperanza de que había personas que podían ayudarte. Y quiero decir que, puede que muchas personas se sorprendan, pero la “ideación suicida” se la considera en el trabajo psicológico una “fase más” que siempre aparece y que es muy importante trabajar para evitar, entre otras cosas, el “suicidio consumado”, siete veces más frecuente entre los “supervivientes”.

La ideación suicida es una “idea en contexto”: tratas de evitar un sufrimiento en una situación concreta, pero si eliminas esa situación, la ideación desaparece.

Gracias a las psicólogas y todos los profesionales tan comprometidos que he tenido la suerte de conocer en este proceso, me he dado cuenta de que igual que cuando una persona le duele el corazón va al cardiólogo, te duele el pecho por la angustia enorme que tienes y te vas al psicólogo.

Porque todo ese proceso de lidiar con algo así de manera repentina, traumática, y de descubrir que nos hablaba de una realidad oculta que no conocía, no podía hacerlo sola, era demasiado.

De hecho, el duelo por suicidio es tan complicado que es uno de los principales riesgos de suicidio. Es tan abrumador y pesa todo tanto que necesitas que alguien te coja de la mano y pueda guiarte, y sin duda dejarme ayudar es una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida.

¿Cómo se relaciona uno con la ausencia y el vacío que deja la persona amada?

Su ausencia se nota mucho. Carlos ha dejado un hueco que siempre estará ahí y que es insustituible. Se trata de aprender a vivir con ello. Aunque es muy difícil de hacer, la única forma de tenerle presente es aceptar y reconciliarnos con el dolor que conlleva su ausencia, un dolor que es proporcional al amor que le teníamos, y que le seguimos teniendo.

Nosotros hablamos mucho de él, vemos fotos de él, etc. y aunque a veces duela su recuerdo, prefiero que así sea antes que olvidarle.

Nos has mostrado que se puede “crecer en el duelo”, ¿qué recursos psicológicos aprendiste?

He aprendido a gestionar mucho mejor mis emociones y a no identificarme con los pensamientos negativos que son sólo un producto de mi mente. A hacer el “checking psicológico” y a dar respuestas más conscientes frente a mi tendencia a la evitación o a la huida. Así como a una mejor comunicación emocional con mi familia, entre otros.

Entonces, ¿sientes que este proceso te ha cambiado como persona?

Totalmente. Después de algo así es inevitable la transformación. Lo que pensé yo es: “Voy a liderarla”.

Te das cuenta cuando pasas la fase de la supervivencia y te recolocas un poco por dentro, que la muerte es parte inevitable de la vida, tanto la de las personas que amamos como la nuestra propia y que es mejor aprender a convivir con esa realidad y reconciliarnos con esa idea para que cuando llegue podamos vivir esa experiencia con más paz.

Cuando te pasa algo así te enfrentas a la parte trascendental de la vida, a darle significado: ¿Por qué estamos aquí?, ¿cuál es mi misión vital?, ¿sobre qué pilares reconstruyo mi vida ahora?

Y, ¡vaya que si lo haces!

Sí, no sólo formo parte de la Asociación Internacional de Bomberos y Psicología de Emergencias, sino que también he creado un proyecto, Pluma Lab, un proyecto con el que acompaño a empresas y personas a desarrollar su capacidad de resiliencia y que conviertan los retos en oportunidades de crecimiento, lo cual no sólo me encanta, sino que me llena mucho y le da sentido a todo el dolor por el que he pasado. Se trata de “crear esperanza”. Que la vida gane.

Y, además este bello libro. Cuando lo leí pensé que lo habías escrito para echar un pulso a la muerte y arrancar de sus garras la vida de quienes, a día de hoy, piensan en el suicidio como una solución.

El “suicidio” se puede prevenir. Y, si todos luchamos en prevenirlo, podemos ahorrarnos mucho dolor.

Carmen nos muestra como luchó por fortalecer su resiliencia y construir una vida sabia y feliz. Y, su experiencia vital encaja con estas sabias palabras del escritor y filósofo Pablo Dórs:

“La tristeza y la desgracia están ahí para nuestro crecimiento y sabemos que hemos aceptado un sufrimiento cuando hemos logrado extraer un bien de él”.

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EFE

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