El verano pasado, Peggy Klaus, una instructora ejecutiva de Berkeley, California, contrató a una empleada temporaria que resultó ser demasiado ruidosa y que le gustaba condimentar todas sus conversaciones telefónicas con improperios.
Nada de eso le caía bien a Klaus, quien inmediatamente apartó a la empleada y le explicó que a pesar de su personalidad bulliciosa, necesitaba moderar su tono de voz, especialmente en el espacio abierto de la oficina.
Si bien las oficinas abiertas están diseñadas para fomentar la colaboración y animar la comunidad, también pueden llevar a que los vecinos les entren deseos de estrangular a los colegas que dicen «Te quiero, cariño» o que maldicen demasiado durante sus llamadas telefónicas (que pueden ser escuchadas por todos).
Entonces, ¿que hacer con un colega que se la pasa dando demasiado información personal en el teléfono ? ¿Qué es lo apropiado (y qué no) cuando se trata de llamadas telefónicas en una oficina abierta?
Respetuoso y sutil
«En realidad todo se reduce a las buenas prácticas profesionales», dice Klaus. «Puede sonar anticuado o pedante, pero tiene que ver con ser respetuoso con la gente que lo rodea a uno».
Klaus es una fanática de los protocolos de buena conducta y en particular de dejar notas. Ella recomienda pegar una al lado de su teléfono con la pregunta «¿Es asunto de ellos?» (Por «ellos» se refiere a la gente sentada a su alrededor). De esa manera, cada vez que usted levante el teléfono lo pensará dos veces. «Si no es de su incumbencia, entonces no lo hable en la oficina», afirma Klaus. «Vaya a la sala de conferencias o salga de la oficina».
Cómo tratar a alguien que habla demasiado depende de la personalidad de uno y de la relación con esa persona, según la asesora laboral y escritora neoyorkina Vicky Oliver.
«Si usted se lleva bien con ella, simplemente puede pasar un día por su cubículo cuando esté en el teléfono y darle un golpecito a su pared, y cuando ella lo mire, señalarle la boca con el dedo índice para indicar que la pueden oír».
Si esta opción le parece demasiado descarada, se lo puede mencionar discretamente a su supervisor, sugiere Oliver. Podría ser algo como por ejemplo: «¿Usted piensa que estaría bien que le mencione a Cindy que podemos escuchar sus conversaciones personales? Si yo puedo, entonces seguramente los demás también».
Escuche lo que le sugiere su supervisor. «Hable con sutileza y trate de ser constructivo al hablar», aconseja Oliver.
El beneficio de la duda
Sea sensato. La falta de modales no siempre se esconde detrás de un volumen alto. A veces, una voz fuerte puede indicar un problema auditivo, o en instancias más raras, una condición médica más profunda como el síndrome de Tourette, según Klaus.
«Puede ser que no sean capaces de escucharse a sí mismos y que nadie les haya dicho que hay un problema», dice. Al dar su opinión, sea «específico sobre la actitud que le molesta».
Incluso si existe una base médica para la condición, una conversación que no es apropiada al ámbito de una oficina necesita ser sacada de allí o llevada a la sala de conferencias, afirma Klaus.
Y si la persona es simplemente ruidosa, pero habla de asuntos relacionados con la empresa, entonces la empresa tendrá que hacer los arreglos necesarios, como por ejemplo darle un teléfono capaz de amplificar/esclarecer.
Buscar alternativas
«Los galanteos y los susurros» no son apropiados para la oficina, según la neoyorkina Ann Marie Sabath, fundadora de At Ease Inc, una empresa internacional de etiqueta de negocios.
«De hecho, las llamadas personales no deberían ser realizadas durante las horas de trabajo con excepción de una pregunta corta o por razones de seguridad». Un rápido mensaje de texto o correo electrónico son grandes alternativas, sugiere Sabath.
Y usted siempre se debería preguntar si realmente es algo que usted quisiera que otra gente se enterara. «Si le incomoda, seguramente lo sea», dice.