¿Es periodismo amarillo dar a conocer cómo funcionan las pandillas criminales que azotan a nuestra sociedad, o es el deber de la prensa responsable crear conciencia sobre el tema?
Ayer me referí al caso de un lector que me endilgaba el título de amarillista. No tardó mucho en llegarme por email la siguiente carta de Magalis Núñez, que me quedó como anillo al dedo:
Su comentario en la Columna del Director del día de hoy es totalmente correcto y acertado!!
Desde que leí en la versión digital de uno de los diarios de circulación nacional el artículo donde se describe el modus operandi de los jóvenes a los que hace alusión el artículo donde aparece el cuchillo sangrante, me he sentido conturbada, además del hecho en sí mismo, por las características de quienes lo ejecutan, y por la indiferencia con que nuestra sociedad reacciona a hechos como estos.
Dantesco, morboso y espeluznante es el hecho en sí y la realidad que lo rodea Una joven de 14 años es una niña que en muchos casos ni siquiera ha tenido su menarquía, y ver que nuestra sociedad tiene un grado de descomposición tal que estos niños están involucrados en hechos como estos, es exactamente eso: dantesco, morboso y espeluznante. Y más grave aún es que nuestra sociedad reacciona como el lector que se queja: queriendo tapar el sol con un dedo, aplicar la regla del avestruz, porque la realidad es tan perturbadora, que mientras no me pase a mí, no quiero saber. No me obliguen a saber
En vez de horrorizarnos porque nos hagan ver lo que pasa en nuestras narices, debíamos hacer un análisis del entorno de esos jóvenes para ver cuáles son los factores que han servido de caldo de cultivo para una infección tan virulenta como la que estamos experimentando. ¿Cuáles son los patrones de conducta de su entorno familiar y social que han desencadenado comportamientos como estos? ¿Cuántos jóvenes más están en las mismas condiciones? ¿Es este un hecho aislado? ¿Por qué?
Este hecho debe ser el detonante que nos estremezca tanto que nos lleve a vernos por dentro, juntarnos y buscar soluciones reales, no de cámaras, publicitarias y demagógicas. Que produzca en nosotros un aprendizaje y en consecuencia la búsqueda de soluciones inmediatas, todos juntos como nación.
La prensa tiene una gran responsabilidad y no se puede callar ni comprometer con ningún sector para diluir la realidad que estamos viviendo.