El envío de una comisión a Washington para conversar con legisladores y otros líderes políticos es un excelente primer paso en el necesario cabildeo en defensa de los intereses dominicanos.

Pero no basta. La dialéctica del poder en la capital estadounidense responde a mecanismos que quizás no comprenden algunos de los integrantes del grupo encargado por el gobierno para ir a explicar los efectos de la crisis haitiana en nuestro país.

Esa obviedad no requiere mucha explicación. Lo necesario es identificar a dolientes a quienes importe el voto de más de casi tres millones de ciudadanos americanos de origen dominicano, igual que como los haitianos han hecho en la Florida secuestrando al Black Caucus.

Las indignas presiones gringas contra nosotros no son por desconocimiento, sino por conveniencia al evaluar sus opciones políticas.

Pensando sólo en su política interna, nos incordian para no asumir su responsabilidad. Esa no es la verdad que debemos vender en Washington, aunque aquí reditúe. Forjar alianzas se hace con el fuego del interés compartido, no estrujando en cara del poderoso las verdades que ya conoce.