Liberado por la literatura

Ya se ha dicho: la literatura nos hace libres. Si alguien osara dudarlo, los más notables narradores, entre ellos Cervantes, Oscar Wilde, Dostoyevski, son muestra evidente de ese botón. Se encontraron a sí mismos en la cárcel y crearon obras perdurables.
«Don Quijote» se comenzó a escribir mientras Cervantes guardaba prisión por problemas financieros y acusaciones; Oscar Wilde pasó dos años en prisión debido a su homosexualidad, y su experiencia se reflejó en su obra posterior; y Dostoyevski fue condenado a trabajos forzados en Siberia después de ser indultado de la pena de muerte, lo que afectó profundamente su escritura.
Y siglos después, en un rincón del cono sur, la actualidad recrea literalmente, a través de la historia de Gastón Brossio, el asombroso efecto que sigue teniendo la literatura en los seres humanos. De como la prosa es capaz de quebrar los barrotes de las limitaciones y el infortunio.
Preso entre 20 y 35 años, Brossio terminó la secundaria, cursó dos carreras y escribió cinco libros.
A menudo el encierro involuntario lleva a una profunda reflexión sobre la condición humana.
Tras un homicidio durante un robo en Villa Lugano resultó condenado a reclusión perpetua. Sin embargo, gracias a su formación y buen comportamiento, salió en libertad condicional bajo palabra en 2016.
Licenciado en Administración de Empresas, futuro licenciado en Letras y autor de esos cinco textos que firma con las siglas WK (por Wakiki, pero también Waiki y Waikiki) y PVC (Pensamiento Villero Contemporáneo), integró la colección Catarsis.
Sus obras, de distintos géneros, fueron escritas en contexto de encierro. Y las distribuye por su cuenta.
Los títulos superan los setenta: El ladrón que escribe poesía; 118: Cien veces sangre, con proverbios; 48: El muerto que escribe cuentos; 17: Autobiografía de un profesor (la vida de un gusano) y 33 boludeces, donde incursiona en un novedoso género literario, «el delictivo», que deriva del policial. Con otros escritores que estudiaron en la cárcel de Devoto, integró el grupo Pensadores Villeros Contemporáneos.
Actualmente imparte clases de literatura en la escuela 21, en Villa Los Rusos (cerca de Fuerte Apache), en las cooperativas 3 0.000 Razones, en Ciudadela, y Memorias del Fuego, en La Matanza. También digitaliza textos para académicos y no videntes, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
Gastón Brossio, en vez de prostituirse, como generalmente ocurre en las cárceles caribeñas, se atrevió a explorar nuevas perspectivas para crear mundos imaginarios. Exploró temas, estilos y formas literarias por encima de las limitaciones de su condición.
«Nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y empezar de nuevo», diría Cortázar.